Ha acabado por fin la obra civil
en el nuevo hospital de Loma Colmenar que poco a poco se va
convirtiendo en un flamante Hopsital Universitario.
Un Hospital Universitario siempre tuvo plenamente
reconocida, en términos reales y legales, ser un centro de
máxima tecnología y cabeza de una región. En realidad, el
Hospital Universitario puede definirse como una institución
habilitada y acreditada, de enseñanza y práctica, con
funciones de formación, investigación y extensión, que
cuenta con convenios docencia -servicio y opera como un
centro de referencia para redes de servicios. Eso es lo que
tendrá Ceuta. Una infraestructura equipada con la tecnología
médica más avanzada capaz de dar un servicio, presuntamente,
de un nivel superior al actual. Con un espacio más amplio,
con salas excepcionales y con una distribución preparada y
diseñada para dar cobertura a todas las necesidades, su
gestión futura decantará el nivel de prestación de servicios
a una población contribuyente, la ceutí, que merece ciertas
excelencias sanitarias de las que ha venido careciendo desde
hace décadas. Un hospital que nace, o nacerá capacitado para
atender a una población superior a la ceutí, o al menos así
se reconoce porque es mejor construir con capacidades de
sobra que quedarse corto, no debería dejar de ser una
referencia de hospital universitario, con posibilidades de
investigación de la salud regional, para convertirse con el
tiempo en el oficioso hospital comarcal de este entorno
geográfico pese a la universalización de los servicios
sanitarios españoles que pagan precisamente los españoles.
Todo en su justa medida siempre será plausible.
De momento la visión de lo nuevo impresiona por lo
excelente. La calificación de hospital universitario, le
dota de prestigio por lo que de medios debe acarrear una
infraestructura así denominada y, la impaciencia de verlo
funcionando, exento de saturación, consigue mezclar a partes
iguales deseos y esperanzas.
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