Es algo tradicionalmente conocido, dentro de nuestra
profesión y escasamente reconocido fuera de ella, la
especial e incondicional predisposición que una gran mayoría
de docentes tenemos para aceptar, en beneficio de nuestros
alumn@s, todo tipo de actividades, proyectos, programas…
que, suponiendo un esfuerzo adicional y una dedicación
extra, puedan llevar aparejada una mejora de nuestra oferta
educativa o una mejor formación y mayor motivación de
nuestros chic@s. La incuestionable vitola vocacional de
nuestra profesión, el innegable lujo y responsabilidad que
supone trabajar con y para la formación personas, nos empuja
y predispone a aceptar todo aquello que consideramos útil y
conveniente para nuestro centro, sin pedir requisitos de
legalidad, ni medir las consecuencias.
El elenco de actividades es ingente: viajes de estudio,
visitas formativas, actos deportivos, proyectos y programas
de diversa índole...... Muchas de estas actividades se
realizan en horario lectivo, bajo nuestra supervisión y por
personal ajeno al centro, otras en horario no lectivo
.¿Hemos tenido alguna vez dudas sobre la viabilidad o
cobertura legal de esas actividades o personas?.Seguramente
que en más de una ocasión así habrá sido y hasta habremos
consultado nuestras dudas con alguna “autoridad ministerial”
que, probablemente , nos responderá con palabras
tranquilizadoras, NUNCA POR ESCRITO, que nos harán sentirnos
seguros y a cubierto. Nada más lejos de la realidad.
Unos sencillos ejemplos servirán para ilustrarnos .En el
horario de apertura de centros en horario no lectivo de los
colegios de E. Primaria, se realizan una multitud de
actividades y programas- algunos de muy dudosa legalidad-
bajo la supervisión de NADIE y sin NINGÚN responsable del
centro. ¿Tienen obligación los profesores organizadores o el
director de aumentar su jornada y “vivir” en el centro?
.Obviamente, NO. Entonces ante cualquier situación
conflictiva, accidente o eventualidad que suceda en ese
período ¿Son responsables los profesores y , en cualquier
caso, el director? . Obviamente, SI. ¿Cómo explicar esta
aparente contradicción?.Es fácil y patético a la vez, esas
personas ingenuas y bienintencionadas que han participado o
permitido estas actividades y han buscado lo que creían
mejor para su centro, han asumido unas responsabilidades
que, si se produce algún problema, se verán inmersas en una
maraña jurídica que , en el mejor de los casos, les cambiará
la vida. Mientras tanto LA ADMINISTRACIÓN que promueve estas
actividades permanecerá silente y ajena, como si con ella no
fuese.
Otro ejemplo. En los centros educativos de nuestra ciudad
trabajan una infinidad de personas (planes de empleo,
programas de diversas instituciones….) que, en muchos casos,
innegablemente colaboran y ayudan al funcionamiento del
centro. Hecha esta precisión , la cuestión es la siguiente:
¿Qué administración o institución es responsable de la
selección de esas personas y vela por la debida
cualificación que se requiere para trabajar en un centro
educativo? ¿Algún centro tiene por ESCRITO, algún documento
que le certifique y se responsabilice de esos extremos? .Es
obvio que no. Estamos pues ante la misma situación que en el
anterior ejemplo, ante cualquier circunstancia indeseable,
“los palos” a los de siempre.
En definitiva, LA ADMINISTRACIÓN propicia y promueve toda
serie de proyectos y actividades que, con un mínimo coste y
abusando de la vocación, predisposición y suerte del
docente, vende mediáticamente “a bombo y platillo” con el
objetivo final de ofrecer una brillante gestión que , en su
día, se traduzca en un buen botín electoral.
Cuando, a pesar de nuestra dedicación y entrega, nos falla
la SUERTE, que, justo es reconocerlo, no suele sernos
esquiva en función de la cantidad de riesgo que afrontamos,
el escenario es dramático para el infortunado@: las puertas
antes abiertas, se cierran “a cal y canto”, los teléfonos no
contestan, los promotores de las maravillosas iniciativas
desaparecen, nadie está localizable…….. LA SOLEDAD se hace
ominosa e insoportable. Comienza un calvario en el que sólo
la familia y los compañer@s cercanos ofrecen su apoyo.
Mientras tanto, el resto del colectivo, se mueve entre la
indignación, la estupefacción y un irrefrenable deseo de
hacer algo, pero sin saber cómo y qué . Los días
transcurren, la rutina vuelve, los ánimos colectivos
desfallecen y el infortunio se hace individual …… LA
ADMINISTRACIÓN permanece silenciosa y agazapada, sabe que la
tormenta pasará y la historia volverá a repetirse. ¿El
futuro del implicado?. Daños colaterales.
No pretendo, ni por asomo, que estas líneas puedan ayudar a
legitimar a los derrotistas, inmovilistas, rutinarios o
desilusionados de nuestra profesión que, obviamente, también
existen. Todo lo contrario, creo que el voluntarismo y
altruismo inherente a la tarea educativa, es uno de nuestros
mejores y exclusivos valores, que debemos a toda costa
conservar, pero siempre que sea acompañado de una
permanente, rotunda e irrenunciable reivindicación de
ASUNCIÓN DE RESPONSABILIDADES POR ESCRITO a la institución o
administración que corresponda, para que regule y legalice
las referidas actuaciones. En definitiva, sigamos siendo
GENEROSOS y ALTRUISTAS y dejemos, para siempre, de ser
INGENUOS.
|