Sólo 24 horas después del dramático suceso viviendo en el
interior de la vivienda de los suegros de Abdelkader, EL
PUEBLO ha podido revivir la angustia de la familia cuando el
identificado como Mohamed Larbi, alias ‘El Hamaka’, penetró
en el hogar y sin mediar más palabras descargó de balas su
pistola, a muy corta distancia, y apuntando a la zona
pélvica de la víctima. ¿El resultado? una pierna destrozada
con afectación gravísima de la arteria femoral, pérdida de
masa... los médicos temen por la extremidad y durante el día
de ayer estaba pendiente de su evolución para decidir
finalmente su amputación o no.
Conmocionado, dolorido y faltándole la vida, Abdelkader A.A.,
de vuelta en sí tras la anestesia por la operación para
intentar restituir el destrozo que le ocasionaron en sus
piernas los seis balazos recibidos, conoció “por primera
vez” la noticia de lo que había sucedido horas antes en el
barrio. “No tenía ni idea”, comentaba su prometida Isma.
Asegura que pudo saber lo ocurrido cuando personal de la
Brigada Científica de la Policía Nacional le hicieron la
prueba de la parafina (la que certifica o descarta haber
disparado un arma).
Recuerda con insistencia la joven prometida de Abdelkader
que esa fatídica noche, decidieron salir a cenar “porque me
dijo que salíeramos dado que llevaba todo el día estudiando
por unos exámenes que tengo”. Suelen acudir a La Jota con
cierta asiduidad cuando se acercan al ‘centro’. “Aparcamos
en el subterráneo y paseamos hasta llegar a la cafetería.
Después fuimos al Mc Donald a comprar unos helados para el
paseo mientras llegábamos a recoger el coche. Y luego nos
subimos otra vez al Príncipe. Cuando estaba para dejarme en
mi casa, me acompañó para estar un rato más conmigo y mis
padres. Ya serían las 00:15 horas cuando volvimos a la casa
de mis padres”. Este es el relato de Isma sobre lo que ella
hizo junto a Abdelkader la noche en la que fue tiroteado el
‘Vasco’, un carnicero del Príncipe. Precisamente, el propio
‘Vasco’ habría acusado a Abdelkader de haber sido el
encapuchado que le tiroteó, o bien que éste mandó
tirotearlo. El caso es que un sobrino del carnicero, Mohamed
Larbi, alias ‘El Hamaka’ que cuenta con numerosos
antecedentes policiales, agarró un arma y fue acompañado,
según testimonios, de un individuo al que llaman ‘Esteban’ y
de otro más del que los testigos consultados no pudieron
precisar en busca de Abdelkader a la casa de sus suegros.
Sabían que se encontraba allí, probablemente porque alguien
habría montado guardia para localizarlo, según analizaron
algunos vecinos.
Isma, la novia de Abdelkader, cuenta con lágrimas en los
ojos, y aún compungida, el suceso, “se me ha quedado grabado
y lo recordaré mientras viva”. Psicólogos consultados
indican que la presencia de un acontecimiento como el que
vivió Isma “suele provocar un schock traumático y que las
secuelas pueden perdurar en el tiempo”, como ejemplo sitúan
a los familiares de víctimas de atentados de ETA que
presenciaron el horror de ver cómo herían de muerte a su ser
querido.
Así lo vivió Isma, la novia de Abdelkader
“Estábamos en casa -relata la joven prometida de Abdelkader-,
mi padre que es minusválido suele quedarse en lugar cercano
a la puerta. Mi madre estaba más adentro y Abdelkáder y yo
estábamos justo a la vuelta de la puerta de la calle, en una
pequeña sala donde tenemos el ordenador. Escuchamos la
puerta y mi padre se acercó a abrir. Justo en la sala donde
estábamos hay una ventana que da precisamente a la puerta de
la calle y se ve quién es. Oímos a alguien gritar ¿está
Abdelkader?. Nos asomamos a esa ventana que teníamos en la
sala y al vernos nos apuntó con la pistola y, no sé ni cómo,
enseguida estaba ya dentro apuntando a Abdelkader. Yo le
gritaba porque le conocía -Mohamed Larbi (el agresor)
siempre iba detrás mía en el colegio y eso le ha durado todo
este tiempo-. Le gritaba para que se fuera, pero apuntaba a
Abdelkader. En un momento dado me apuntó a mí, y en seguida,
cuando mi novio intentaba protegerse, empezó a disparar sin
piedad. Abdelkader saltaba en una esquina para evitar las
balas. Fue un momento interminable, no cesaba de oir
disparos; me parecieron más de doce tiros. Yo veía como lo
hería a la altura de la pelvis. Lo agarré para que parara; y
sólo cuando quiso, porque paró cuando quiso, se marchó. Mi
Abdelkader ya había caído y tenía muchísima sangre. Era un
momento de desesperación e impotencia que no se lo deseo a
nadie.
Perdía mucha sangre. Llamé al 112 enseguida y cuando
llegaron tuvieron que estabilizarlo porque se moría. Lo peor
de todo es que no comprendía nada.
No sabía por qué había ocurrido todo esto. Quería gritar,
gritaba. Estaba desesperada y la policía me hacía preguntas
como si yo conociera las respuestas. Lo único que me
preocupaba era la vida de mi novio en ese momento, nada más.
Igual no les contesté bien, pero no podía hacer otra cosa;
estaba muy mal.”
Isma reconoce que Abdelkader “va a lo suyo, a sus cosas y no
está pendiente de nadie más, es un niño muy noble. Por eso
no entiendo cómo lo quieren mezclar en estos asuntos”,
señaló visiblemente afectada.
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