Mi idea era hoy escribir de otra
cosa; por ejemplo de los Duques de Tetuán y de los eventos
organizados por la Guerra de África (la de 1860 por
antonomasia) en la blanca paloma de la Yebala, tanto por
parte de la Universidad Abdelmalik Essaâdi como, de forma
más testimonial, por el Consulado General de España en
Tetuán y el Centro Cultural Lerchundi de Martil. Volveré
sobre ello la próxima semana, ya saben que sobre aquellos
tiempos (en los que Ceuta alcanzaba hasta lo que son ahora
las Puertas del Campo, el resto como reza el topónimo era
campo… pero del moro) he dedicado no hace tanto dos
columnas, intentando como siempre aportar datos con
honestidad y centrando, en lo que cabe, la historia.
Vamos, que mi intención era atemperar la pluma pero vino el
jueves (¡ah jai, chof!, ¿la leíste?) la fiscalía de la
Audiencia Nacional y la insana y alargada sombra del Tabligh
volvió a proyectar sus tinieblas. La verdad es que José
María Irujo resume bien la situación en su artículo del 15
de mayo en El País (búsquenlo, merece la pena), solo que
amaga sin dar, es decir el colega obvia relevantes
informaciones que afectan al espeso entramado del Tabligh en
España y, naturalmente, en la ciudad querida. Porque uno de
los implicados participó en un acto organizado por la Casa
de Ceuta en Barcelona ante la presencia del mismo presidente
de la Ciudad, Juan Vivas. Hasta cierto punto es comprensible
que se cuele determinada gandaya en actos oficiales (¡y no
vean si ponemos nombres a ciertas caras de la Musal-la en
Loma Margarita!), pero lo relevante en estos casos es
detectar los apoyos de que gozan estos inquietantes
personajes para volar tan alto… En el caso que nos ocupa,
¿quién avaló al “tabligh” de la Casa de Ceuta…?; ¿Ah jai,
chof?, ¿acaso sabes algo de ello Laarbi Maateis?. Y sigo: en
realidad, ¿quién ha avalado al jai Maateis para que se mueva
por donde se mueve…?. Esa es la cuestión. Porque según
proclama a los cuatro vientos (¡ah jai, chof!, ¿acaso no es
verdad?), el jai Laarbi Maateis jura y promete… ¡que está
protegido por la Policía Nacional!. Y si así fuere, lo que
tras ciertas averiguaciones resulta no ser cierto, ¿en
calidad de qué…?. Porque una de dos: o sidi Laarbi Maateis
es un traidor a los suyos… o es un traidor a la sociedad
española, en la que se camufla como un camaleón antes…
¿antes de qué?. Concluyan ustedes.
Volviendo a la fiscalía de la Audiencia Nacional, los 11
procesados detenidos en enero de 2008 planificaban volar el
metro de Barcelona mediante atentados suicidas. Claro matiz
islamista este del terrorismo suicida que, por cierto, ¿caen
en la cuenta de que no fue el guión de la masacre del 11-M
en Madrid?. Volviendo al asunto, resulta que el grupo fue
desmantelado gracias a las confidencias hechas a los
servicios secretos franceses por un “tabligh”, como buena
parte del resto de los activistas, que a última hora le
entraron escrúpulos morales. El Tabligh es una corriente
radical y fundamentalista, rigurosamente puritana, desde
luego no es un grupo terrorista en sí pero tampoco -querido
Irujo- “predica la paz”. Este movimiento, el Tabligh, es una
secta fanática e intolerante, objetivamente una amenaza para
nuestra escala de valores. Y muy permeable al terrorismo
islamista. Sí, la sombra del Tabligh -como el ciprés de
Gironella- es alargada, muy alargada…
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