El presidente de la Ciudad y el
delegado del Gobierno siguen dando prueba encomiable de cómo
coexistir en el poder perteneciendo a partidos distintos.
Las dos autoridades se cayeron bien desde el primer día. Y
afloró la empatía entre ellas. Por una razón muy clara:
Juan Jesús Vivas Lara y José Fernández Chacón se
identifican con la realidad ajena. Es decir, con las
dificultades que cada uno encuentra en sus cometidos
diarios.
Simpatía y empatía juntas forman una mezcla de valor
incalculable. Por lo que sería absurdo no reconocer que
Vivas Lara y Fernández Chacón han conseguido anteponer los
intereses de la ciudad a los de sus respectivos partidos. Y
superada esa traba, que no es fácil, ambos buscan los
mejores logros para Ceuta.
Pero hay más: los dos aprovechan cualquier motivo para
hablar bien del otro. Días atrás fui testigo de cómo Vivas
se deshacía en elogios hacia Fernández Chacón en tertulia
improvisada fuera de Ceuta. Y, desde luego, tampoco es la
primera vez que yo le he oído al de Utrera festejar el modo
de ser del ceutí.
Entre ellos prima, fundamentalmente, el buen trato que se
dispensan. Aderezado por la cordialidad y la franqueza. Y,
sobre todo, sostenido por la mejor educación. Todo lo cual
ha hecho posible que la confianza surgida sea primordial a
la hora de emprender acciones que necesitan de la voluntad
conjunta. Ya que el poder supone voluntad. La voluntad de
hacer cosas. Y para hacerlas son necesarios los dineros de
la Administración General del Estado.
La forma de ser de Vivas era ya conocida. Y su lema: lo que
puedas conseguir por medio del diálogo siempre será mejor
que poniendo el grito en el cielo y buscando el
enfrentamiento y la gresca por sistema. Y ha tenido la
suerte de hallarse con un hombre que venía harto de aguantar
salidas de tono, brusquedades y pésimo trato, por parte de
Juan José Imbroda. Presidente de Melilla. Y que deseaba,
a todo trance, poder desarrollar su trabajo en mejores
condiciones. Y a fe que también la Diosa Fortuna ha estado
con él.
Me explico: Vivas estuvo de Jefe de Gabinete en la
Delegación del Gobierno y se sabe de memoria las muchas
dificultades que ha de superar el delegado. Conoce
perfectamente que no es tarea fácil sentarse en el sillón
principal del edificio situado en la plaza de los Reyes. Y
esos conocimientos le ponen en condiciones, cual dije al
principio, de identificarse con afecto de esa realidad de la
cual él ha participado de manera principal.
Sí, ya sé que Vivas Lara y Fernández Chacón no son el PP y
el PSOE, y que los desencuentros entre partidos hacen
posible que a veces las relaciones entre ellos deban
tensarse. Mas estoy seguro que ninguno caerá nunca en el
error de perder los papeles. Y es que a los dos les sobra
mesura y tienen asumido, además, que ellos se deben a todos
los ceutíes.
Lo lamentable es que esta inmejorable cohabitación entre
presidente de la Ciudad y delegado del Gobierno, tan
necesaria en esta ciudad, esté sirviendo para que un
sindicalista abrumado por las derrotas como político, se
ensañe con ella a cada paso. Y se atreva a tacharla de
reunión de dos personas con carácter reservado para
conseguir fines poco limpios. La gota que ha colmado el
vaso, sin duda, ha sido llamarle mercenario al delegado del
Gobierno. ¡Pobre hombre! El sindicalista, por supuesto que
sí.
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