Según se desprende de las
declaraciones del director provincial del MEC en este
periódico, Ceuta junto con Melilla pueden ser los únicos
territorios de gestión directa del Ministerio de Educación
elegidos para ser la punta de lanza de la Escuela 2.0
apadrinada por el presidente del gobierno, José Luis
Rodríguez Zapatero. Ceuta puede, por tanto, erigirse en
“ejemplo” de aplicación de la medida para el resto de los
territorios de España.
Se trata de una revolución extraordinaria. Melgar ha
afirmado acertadamente que estamos hablando de pasar “del
ladrillo al ordenador”, así, sin más, y esto requiere una
buena dosis de atiácidos para digerir tamaña ingesta de
información, aderezada con una notable presencia de
expectativas unidas a la responsabilidad, para no morir de
éxito.
Hasta la fecha, podemos observar, los datos son claros y
evidentes, que la Educación en Ceuta pasa por el problema
extremadamente complicado de compilar alrededor del
castellano a los miles de niños que acuden a los disintos
centros donde, en unos más que en otros, se topan con la
dificultad de encontrarse con pequeños incapaces, a veces,
de expresarse en castellano... en España. Con todo lo que
hay por hacer -para solventar y dar la vuelta a esta
situación involucrando a las familias, con profesorado capaz
de incentivar y reforzar, desde edades tempranas, el
aprendizaje de la lengua vehicular en nuestro país, que
todos los españoles tenemos el deber de conocer y el derecho
de utilizar-, el que vengan medidas tan futuristas como las
previstas, son bienvenidas, claro que sí, evidentemente.
Pero probablemente, aun cuando pudieran ser compatibles su
instalación y desarrollo (Escuela 2.0), ya se preferiría una
apuesta clara, sin paliativos, con medios humanos y
materiales para que nuestros alumnos, los de la más tierna
infancia, evolucionen en la lengua de su país para, en el
futuro, contar con las mismas posibilidades y en igualdad de
condiciones que los restantes compatriotas del otro lado del
Estrecho.
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