Ayer jueves el vecino país celebró
el 53 aniversario de la fundación, por el finado Mohamed V,
de las Fuerzas Armadas Reales (FAR), espinazo del Estado
marroquí sobre las que descansan, en último término, la
estabilidad del país. Frente a una administración civil
aparentemente centralizada pero, en buena parte y hasta
donde puede, un poco a su bola, el ejército marroquí
representa hoy por hoy la verdadera fuerza organizada dentro
del país.
En su discurso en Rabat, el Rey Mohamed VI en calidad de
Jefe Supremo y Jefe del Estado Mayor General de las FAR
destacó, entre otros puntos en su orden del día, la
necesidad de una sólida “formación de base”, en la que
actuaría como complemento “la enseñanza de la historia
militar marroquí en los programas de formación, en sus
diferentes etapas (…)”. Saco esto a colación por el peculiar
manejo que de la historia compartida (que no común) suele
hacerse en Marruecos, como bien se puso de manifiesto el
otro martes con motivo de la mesa redonda sobre el empleo de
gases químicos en el Rif y, por supuesto, de los combates en
la bolsa de Annual en el verano de 1921. ¿Conocen la
comarca…?. Si proceden de Alhucemas, entrando en la zona y
antes de llegar a la Loma de los Árboles (tremendo error
táctico el de Silvestre al no ocuparla cuando podía) se
encuentra, a la izquierda, un monolito en el que se canta la
gran victoria del “Ejército marroquí” (sic) sobre la
infortunada leva de soldados españoles, pésimamente
equipados y en numerosas ocasiones mal mandados que, en
miles de casos, fueron torturados y asesinados después de
solicitar el “amán” y rendirse… Lo digo porque, si al
profesor Boutayeb y a quien le anima les gusta avivar las
heridas, pues hete aquí que nos encontramos con un claro
crimen de guerra (la ejecución en masa de miles de soldados
en Dar Quebdani, Monte Arruit…) cuya autoría recaería, según
el citado monolito y la historiografía oficial del país… en
el ejército marroquí, aunque la realidad fue otra: si como
“ejército marroquí” entendemos a las magras fuerzas afectas
al Sultán, las tropas jalifianas, éstas combatían de hecho y
de derecho al lado de las españolas. Tome nota el lector.
Y si nos referimos al desembarco de Alhucemas el 8 de
septiembre de 1925…, dos años del último parte de la guerra
del Rif en Bab Taza (cerca de Xauen camino de Ketama),
supongo que en la historia militar del ejército marroquí los
suboficiales y jóvenes cadetes tendrán que estudiar el papel
de éste en el segundo desembarco de Alhucemas, machacando a
sangre y fuego la región y barriendo, con napalm, aduares
enteros con la complicidad del gran culpable de la
situación, el partido del Istiqlal. Obvio el papel del
entonces coronel Ufkir y de la dirección de las operaciones,
desde su cuartel general en Tetuán, del príncipe Mulay
Hassán… No me malinterpreten. Creo firmemente que hay que
mirar hacia el futuro, máxime dos países vecinos y en lo
fundamental amigos como son Marruecos y España. Pero si
turbios personajes regionales como Elías El Omari, mano
derecho del ex ministro del Interior y actual líder del PAM
(Partido de la Autenticidad y Modernidad) desean ensuciar
las relaciones con España torciendo la historia… pueden
encontrarse con sorpresas. Uno de los grandes méritos de
Mohamed VI es haber reconciliado a la dinastía alauí con su
pueblo, particularmente en el norte: de Tetuán a Nador.
Mohamed VI es un rey sensible e inteligente; y no debería
dejarse embaucar en las provocaciones urdidas por validos y
cortesanos.
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