Cuando Alha Mohamed adquirió sobre plano hace más de seis
años su casa en el Residencial Atalaya de Loma Margarita, no
pensaba que las numerosas escaleras con las que
posteriormente se encontró iban a impedir la movilidad de su
hija. Afectada por una parálisis cerebral que le impide
moverse de una cama, su madre decidió habilitarle una
recámara en parte de su jardín.
El problema vino cuando su vecino, con el que comparte un
muro medianero, le pidió que se retirara para atrás y que no
cerrara el nuevo habitáculo. A lo primero, la vecina
accedió, a lo segundo no tras comprobar que él había hecho
lo mismo que ella pretendía hacer en su parcela. “No me
importa llegar a un acuerdo y me comprometo a tirar la
habitación cuando falte mi hija, pero ahora es la única
estancia de la casa en la que tiene calidad de vida y pido a
la justicia que revise el caso”, apuntó Alha.
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