Mal asunto es que uno encuentre un
banco, -de esos de sentarse, complemento de mobiliario
urbano necesario en nuestras calles- en donde menos lo
espera.
Dar un paseo con la familia, en domingo, es muy gratificante
si es en la tarde-noche después de asistir a un evento
dedicado a los perros listos.
Dar un paseo y hablar con el hijo mientras se camina,
conduce a que mis piernas encuentren un banco aislado e
invisible en mitad de la acera. El encontronazo de mis
espinillas con el borde cortado en cuadro de unos listones
de madera, pintada de verde oscuro que acentúa su
invisibilidad en mitad de la oscuridad, resultó ser de
tarjeta roja directísima.
No se imaginan Vds., queridos lectores, lo que significa que
las dos piernas se “claven” en las puntas de madera de un
banco callejero, una de las piernas más avanzada que la
otra. El encontronazo hizo que me cayera cuan largo soy
sobre la base del mencionado banco y el dolor del golpe en
ambas espinillas no ha tenido parangón a lo largo de toda mi
vida como futbolista.
Un golpe así corta totalmente la respiración, se ahoga uno
en su propio dolor por la tremenda y rápida subida de
adrenalina y por unos minutos se olvida del mundo entero.
Aparte del tremendo batacazo con mi abdomen.
Una auténtica vista del Universo desfiló ante mis ojos y el
susto alcanzó a mi hijo pequeño que vio desaparecer a su
padre en la nada. El dolor se acentúa al paso de los minutos
y el cuerpo ya no responde a los estímulos para levantarse…
este trance no se lo deseo ni a mi mejor enemigo.
Bueno, ahora estoy bastante recuperado aunque sigue
doliendo. Las espinillas de mis piernas siguen enviando
mensajes a mi cerebro. Este, por ahora los soporta como buen
buzón de mensajes que es.
En fin, volviendo al cauce diario de los eventos de nuestro
país, me deleité con la exposición del Estado de la Nación
en el Parlamento y ver cómo el “culé” Rodríguez Zapatero
salía airoso del difícil debate.
Como ya conoce las argucias dialécticas de “su enemigo
público número uno” entró tranquilo y con el discurso bien
preparado a conciencia.
Buen fajador, consiguió eclipsar a Mariano Rajoy, sobre todo
cuando éste se aferra a maneras agresivas, con un “tsunami”
de medidas económicas.
Todo lo visto y oído en el debate se resume en que Mariano
Rajoy insulta mucho pero no demuestra su talante político ni
los proyectos que pretenden acabar con la crisis, con lo que
consiguió ponerse al descubierto y dejar al presidente del
Gobierno de todos los españoles sin interlocutor.
Qué lastima que haya perdido, Mariano Rajoy, la oportunidad
de mostrarse ante la opinión pública como el político
centrado, solvente y capaz de demostrar que puede liderarnos
eficazmente… todo un sueño que volvió a esfumarse pese a que
tenía todo a su favor ante la soledad de Rodríguez Zapatero.
Nada pudo hacer el líder pepero, excepto insultar como es ya
costumbre en él, ante el objetivo del presidente de
recuperar la iniciativa política. Gesticuló demasiado
agresivamente y de manera totalmente antipática y con una
retórica resabiada en la que no concretó su plan de medidas
anticrisis. Un plan totalmente antisocial que solo
empeoraría la crisis por ser muy poco populista y con el
alarmante paro en medio: reducción del gasto público
(llevaría a mas gente al paro), abaratar y flexibilizar el
despido (más paro y menos ingresos del Estado) y rebajar
impuestos (muchísimo menos ingresos para el Estado y más
ingresos para los ricos).
Que el PNV esté ahora agresivo es comprensible, después del
apaño realizado en su propio campo por socialistas y peperos
vascos, lo que no es de extrañar. Ya vendrán tiempos
mejores, como espero que vengan para mí y me deje las
espinillas como estaban antes del encontronazo bancario del
que no he sacado ni un céntimo de interés. Espero sacarlo…
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