Así es como podemos interpretar
esa jornada, o jornada y media, que desde hace ya muchos
años viene “celebrándose” una vez cada año y que se
denomina:”El debate sobre el estado de la Nación”.
En esta ocasión, y cualquiera que tenga unas mínimas
nociones de lo que significa o es hoy la política, a
cualquier nivel, sabe que más que un debate, meramente,
podríamos tildarlo, con palabras de Durán i Lleida, como una
moción de censura, aunque con palabras suaves y con un tono
más aparentemente cordial en la expresión que en el fondo.
Y me parece acertada esta interpretación de Durán i Lleida
que vino a coincidir con la casi totalidad de los líderes de
los diversos grupos políticos.
Ni uno solo ponía en buena situación al Gobierno o a su
presidente, uno tras otro, todos, le suspendían en su
gestión de los últimos tiempos, por la serie de bandazos,
incoherencias e incompatibilidades que marcan su política,
especialmente la económica, y que, no olvidemos, ha sido
censurada desde sus propios correligionarios, como el
gobernador del Banco de España, o más recientemente un
hombre de peso en el partido como es Almunia.
Hablábamos de bandazos o de incompatibilidades, por cuanto
no se puede hacer una política que a la vez agrade a todos.
Toda acción política, y especialmente la económica tiene que
girar en torno a un eje, que puede gustar a unos sí y no a
otros, pero que será la suya y con ella deberá ir hasta el
final. En la política de Zapatero, y así se lo han hecho ver
desde la tribuna de oradores, no hay un eje común, sino
muchos ejes diferenciados. No hay medidas uniformes, sean de
la línea que sean, no hay una clara estrategia, hay falta de
estrategia, de esa estrategia que no sea, simplemente, la de
aparentes ayudas a todos, sin más.
En definitiva, Rodríguez Zapatero ha querido presentar un
discurso preelectoralista, ahora que nos acercamos a unas
elecciones europeas y, particularmente, creo que no le ha
salido nada bien, por cuanto no ha mostrado nada especial,
fuera de esas incoherencias y de esas incompatibilidades,
que en absoluto sirven para gestionar, y gestionar bien, la
crisis.
El punto más duro del debate, o censura ( si es que nos
quedamos con al expresión de Durán i Lleida), estuvo en la
afirmación de Mariano Rajoy, cuando le dijo al presidente
del Gobierno, que con uno de sus últimos “proyectos” sobre
deducciones por las hipotecas, según uno gane más o menos de
17.000€, “ ha sido una puñalada a las clases medias”.
Pero, la realidad, y esto hay que tenerlo muy claro, es que
no sólo le mordieron en el carcañal al hablar de economía,
que fue lo más destacado. El propio Durán i Lleida, en un
discurso muy bien preparado y dando sentido, de verdad, a lo
que se esconde detrás de Rodríguez Zapatero, le recordó que
el Zapatero de hoy es muy diferente de aquel que necesitó
apoyos en 2004, al Zapatero de hoy le interesa, tan sólo,
“el poder por el poder”, poniéndole como ejemplo sus
alianzas, en Cataluña con Ezquerra y en Esukadi con el PP.
Que ni uno solo de los grupos políticos que han intervenido
le apoye, directa o indirectamente, es un claro indicio de
que lo que está haciendo no lleva el camino recto. Mal se le
ponen las cosas cara al futuro.
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