Recibo una carta en la cual se me
explica la primera actuación que ha tenido Juan Luis
Aróstegui en el Consejo de Administración de Procesa. Al
que acudió como consejero, debido a que así lo ha querido
Mohamed Alí: el hombre fuerte de la UDCE. Cuyo acuerdo
con el PSPC permite que en todas las reuniones de las
sociedades municipales estén presentes hombres que rinden
pleitesía a Don Quintín el Amargao.
Mire, De la Torre, no cabe la menor duda de que
acierta usted cuando nos dice que Aróstegui vive en
permanente estado de ofuscación. Que le ciega la envidia al
comprobar que la gente no le vota y en cambio lo hace
masivamente con otro. Que su cara refleja perfectamente los
rotundos fracasos obtenidos como político.
Dicho ello, le diré que la participación de Aróstegui en el
citado consejo fue esperpéntica. Una auténtica ridiculez. En
principio, anuló la presencia de Abselam Abderrahaman
Maate: consejero y diputado del partido de la UDCE. No
le dejó hablar en ningún momento. Lo puso en evidencia. Y le
aseguro que el diputado daba muestras de estar abochornado.
La reunión tenía como objetivo dar conformidad a un único
punto: Aprobar una transposición de la normativa europea
para aplicarla a nuestro Ayuntamiento en temas de
contratación administrativa. Y, dado que era un asunto de
trámite, no había nada de que hablar ni tampoco cabía
modificación alguna.
Pero nuestro hombre permitió que se votara la propuesta. Eso
sí, con su negativa. Sacando a relucir su acostumbrada
facundia. Poniéndose muy bien puesto. Y cuando la votación
había finalizado, intervino haciendo uso de todas las
artimañas habidas y por haber para tratar de confundir y
engañar a los presentes. Incluida la Secretaria General de
la Ciudad.
Luego, sin tomarse ya el menor respiro y hablando por los
codos, trató de envolver al presidente. Que de haber picado
el anzuelo, habría errado. Y así nos tuvo más de dos horas
teniendo que soportar su verborrea y sus arrogantes poses.
Con el único fin de intentar colar unas enmiendas al texto
original, que ya se había votado.
Lo ocurrido en esa reunión fue lamentable no sólo porque
daba pena ver a un diputado de la UDCE convertido más o
menos que en el chiquillo de los mandados de Aróstegui, sino
porque éste jugó una vez más con las cartas marcadas. En una
palabra: que hizo de filibustero. Gustándose ante los
presentes de un discurso agotador que no venía a cuento de
nada.
Ya que lo que él proponía no era posible reglamentariamente.
Pues las enmiendas deben ser presentadas antes de votar el
asunto que ha sido propuesto. Aun así, el hombre que ya
manda más que nadie en la UDCE, aunque pertenezca al PSPC,
partido sin acta parlamentaria, metió baza para confundir.
Aprovechando el momento, además, para hacerse notar como si
fuera lo que usted ha dicho en ocasiones: un Churchill
redivivo.
Resumiendo: el siguiente paso, como hace siempre, fue salir
en los medios de comunicación exponiendo sus razones y
argumentos para ser tenido como el gran salvador que
necesita este pueblo. Y, desde luego, tachando de ineptos a
todos los que no le dicen amén. Ese amén que,
desgraciadamente, le ha dado Mohamed Alí. ¿A cambio de qué?
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