En este mundo traidor donde nada
es verdad ni mentira, como dice la famosa cuarteta, hay que
saber el momento en que debemos decir adiós al puesto que
ocupamos, porque los años no pasan por pasar y a ciertas
edades hay que tener mucho cuidado con no querer aparentar
ser joven cuando, en realidad, estamos hechos unos
carcamales, y en cualquier momento nos puede dar un
“jamacuco” devolviéndonos a la edad que tenemos.
Dicen los entendidos, que una retirada a tiempo es una
victoria, lo que es una verdad incuestionable, pues esa
retirada en su momento oportuno nos puede valer para que
incluso, en ocasiones, se nos eche de menos en nuestro
hacer, lo contrario que sucedería si seguimos insistiendo en
continuar, pues las cañas se volverán lanzas y los aplausos
en silbidos.
Comprendo que es sumamente difícil, cuando se ha tenido todo
y se ha sido todo, en algo a lo que hemos dedicado toda
nuestra vida, nos resistamos a dejarlo y poner ese punto
final tan necesario llegado su momento.
Todo eso lo comprendo perfectamente, pero lo que de ninguna
de las maneras acierto a comprender es que, el que ha sido
todo, ha conseguido todo y haya ido de triunfo en triunfo a
lo largo de su dedicación en su trabajo termine, por no
aceptar que se ha acabado, se siga arrastrando por los
caminos de la vida, en la creencia de que sigue siendo quien
era.
Un ejemplo de alguien que no quiere aceptar que ha llegado
la hora de decir adiós, y de retirarse en olor de
multitudes, dejándose arrastrar por esos campos de fútbol,
lo tenemos en Raúl.
Raúl ha sido un símbolo al que todos los aficionados al
fútbol hemos admirado y lo hemos puesto como ejemplo a
seguir e imitar, para todos aquellos chavales que querían
dedicarse al deporte rey. Ha sido, el jugador madridista, un
auténtico caballero del deporte, admirado y querido por
propios y extraños.
El hombre que tiraba del “carro” en los partidos
comprometidos incluso de la selección española, gran capitán
y ejemplo de lo que es y significa el Madrid pero, siempre
hay un pero en todos los ordenes de la vida, Raúl, con
tantos años tirando de ese “carro” en primera línea, se ha
quedado sin “gasolina” suficiente para estar en primera
línea de juego.
Raúl, al que insisto y admiro como jugador de fútbol, y al
que el futbol español le debe mucho, no quiere aceptar que
ha llegado la hora de ir diciéndole, poco a poco, adiós a
estar en primera línea y aceptar que deberá ir al banquillo,
para salir en determinados momentos, al carecer de la fuerza
suficiente para seguir tirando de ese “carro” que, cada día,
se le está haciendo mucho más pesado.
Raúl sólo es un ejemplo de todos aquellos que se resisten a
decir adiós. Mismamente, entre los políticos, también hay
una gran cantidad de ellos, que no quieren reconocer que su
tiempo ha pasado, y que hay que ir dándole paso a la
juventud ante de el personal empiece da decir “que se vaya
de una vez, que ya está bien de aguantar a ese carcamal”.
Volvemos al principio, con lo que dijo aquel:”una retirada a
tiempo es una victoria” .
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