Cada doce de mayo se celebra en todo el mundo el Día
Internacional de las Enfermeras, en homenaje a Florence
Nightingale, nacida un día como este, y considerada madre de
la enfermería moderna, ya que ella consiguió profesionalizar
a aquellas personas que hasta entonces se movían en el
ámbito del trabajo voluntario y caritativo, y fundar la
primera escuela de enfermería del mundo. Pero la Enfermería
además de una profesión muy joven, eso sucedió hace apenas
140 años, es la profesión que más cambios ha experimentado
en su formación. Recordemos que en poco más de 30 años, las
enfermeras han pasado de una formación específica que no
requería estudios superiores, a la universidad, y ahora, con
la implantación del Grado de Enfermería, al máximo nivel de
formación universitaria. En el cambiante panorama de las
profesiones sanitarias y de los servicios de salud es la
figura de la enfermera donde más y profundos cambios se han
producido en los últimos años.
Es lógico pensar entonces que si la profesión evoluciona
hacia estándares de alta cualificación profesional, a ésta
se le exija que en el conjunto del sistema sanitario cada
vez sea mayor su protagonismo e implicación y sea necesario
potenciar su actuación con nuevas competencias profesionales
que favorezcan su desarrollo, y lo más importante, den
respuesta a las nuevas demandas de los ciudadanos que
precisan cada vez más y mejores cuidados y políticas más
eficaces de prevención de la enfermedad y promoción de la
salud.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) es categórica en
este aspecto y explica que la enfermera actual ha de
dirigirse hacia la consecución de conocimientos y
habilidades que la reafirmen como profesión independiente e
imprescindible para hacer posible el mantenimiento del
sistema sanitario.
La enfermería actual no debe sólo dar respuesta a los
cuidados directos en situaciones de enfermedad aguda,
ampliamente difundidos, sino también a una serie de nuevas
demandas de la sociedad. Desde hace unas décadas y, cada vez
más, la Enfermería reclama otros ámbitos de actuación
necesarios, sobre todo, en los campos de la atención
primaria. Así, la posibilidad de manejo de determinado grupo
de productos (lo que se denomina prescripción enfermera); la
participación de la enfermería en la gestión de enfermedades
crónicas; la enfermería escolar; la asistencia sanitaria a
la dependencia; y otros campos como la capacidad de
derivación desde la enfermería en la solicitud y realización
de determinadas pruebas diagnósticas y terapéuticas, así
como el papel determinante que debe jugar la enfermería para
garantizar la seguridad clínica de los cuidados con sistemas
de alertas y planes de mejora continua.
Por tanto, la enfermera no sólo debe dedicar su tiempo al
tratamiento de la enfermedad, sino que realiza una
importante tarea preventiva en el ámbito de la salud de la
persona y la comunidad, a través de orientaciones sobre
alimentación infantil, enfermedades infantiles,
vacunaciones, accidentes infantiles y domésticos, caries e
higiene bucal, alcoholismo y tabaquismo y drogas, sida y
enfermedades de transmisión sexual, uso correcto de
medicamentos, factores de riesgo cardiovascular, diabetes e
hipertensiones, prevención del cáncer, planificación
familiar, preparación al parto, menopausia… y otras muchas
actuaciones que gracias a la Enfermería pueden reducir la
prevalencia de una enfermedad, siempre y cuando el usuario
conozca este papel y lo fomente.
Según publicó la Asociación Española Contra el Cáncer en el
Día Internacional contra la enfermedad, siete de cada diez
cánceres se podrían prevenir con hábitos de vida saludables.
La Enfermería, por su formación, es un sector profesional
clave para lograr los objetivos comunitarios de Salud
Pública a través de la atención, educación e información a
la población.
A las administraciones y autoridades sanitarias les compete
ahora entablar actuaciones para adaptar la situación de la
enfermería española a las demandas y necesidades de la
población. La prescripción enfermera, que ahora se está
desarrollando en el Congreso de los Diputados, es un ejemplo
de lo que deben hacer los políticos, pero tienen que ser más
los puentes que se tiendan para favorecer que se desarrolle
todo el potencial con el que cuentan las enfermeras para
mejorar la salud de la población, prevenir las enfermedades
y promocionar la buena salud.
Hoy contamos con las premisas necesarias para propiciar un
mayor protagonismo de la enfermería en la transformación del
sistema sanitario, incrementando sustancialmente su marco
competencial y de desarrollo profesional. El futuro de la
Sanidad, su sostenibilidad y el mantenimiento de la calidad
del mismo, pasa por el desarrollo de la Enfermería y la
potenciación de la enfermera como agente de salud. Si
Florence Nightingale se asomara hoy para ver qué ha sido de
la profesión de Enfermería estaría muy orgullosa porque
aquello en lo que creyó se ha convertido en un baluarte
indiscutible del sistema sanitario.
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