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OPINIÓN - DOMINGO, 10 DE MAYO DE 2009

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

El deporte rey tiene una fuerza enorme incluso, cuando hay encuentros importantes, se olvida el personal de la crisis del paro y de todo lo que haya que olvidarse. De esa misma importancia que tiene el fútbol se aprovechan hasta los políticos, dependiendo del equipo de sus amores, para arañarle al contrario algunos votos.

El problema que se les puede plantear, a algunos de los políticos dedicados a estos menesteres es que, el equipo de sus amores, no consiga los objetivos marcados y vaya fracaso tras fracaso, una temporada y otra llegando, en algunos momentos, alcanzar la repulsa de los aficionados que ven en esos políticos los culpables de estos fracasos por poner, al frente de estos equipos a personas poco cualificadas para dirigirlos.

Dicen que los maños, soy descendiente de maños, somos muy cabezones, y como muestra aquel chiste de la desparecida “Codorniz”, en el que se veía un tren que venia por su vía y un maño con su burro por la misma vía en dirección contraria. El maquinista, al percatarse de la situación, hizo sonar repetidamente el pito del tren, a lo que el maño respondió: ”chifla, chifla, que como tú no te apartes, yo no pienso hacerlo”. Ni te quiero contar, serrana del alma mía”, lo que fue del burro y el maño.

Y es que la cabezonería, en la mayoría de las ocasiones, por no dar el brazo a torcer, reconociendo los errores, al final termina dándonos dolores de cabeza sin razón alguna, provocados por no haber sabido reconocerlos y como dice la celebre frase bíblica “darle al César lo que es del César y a…”.

Los errores cometidos incluso en el asunto del deporte, dada la importancia que para cada uno de nosotros tiene el equipo de nuestros amores, se suelen pagar muy caros, ante una masa que sólo quiere el triunfo de sus equipo, y que ve, temporada tras temporada, romperse todos sus sueños y todas sus ilusiones.

Esto, algunos políticos, no lo llegan a entender hasta el momento de la verdad, donde dos mil personas cabreadas por culpa, culpita del deporte rey le niegan sus votos, achacándoles todos los males del equipo de sus amores, por seguir manteniendo al frente del mismo, a los que ellos consideran las personas menos adecuadas para conseguir los objetivos propuestos.

Todo el que siembra viento al final, como no puede ser de otra forma, recoge tempestades. Una vez más no me voy a equivocar, todo es cuestión de tiempo y el menda, tiene más paciencia que Job, para esperar los resultados. Unos resultados que se van a dar sólo por cuestión de cabezonería y no querer reconocer un error cometido, que se viene realizando temporada tras temporada.

Con lo fácil que es, en la vida, saber reconocer los errores y tratar de no caer más en ellos o pedir perdón a quien haya que pedírselo. En saber reconocer los errores y pedir perdón, si es necesario, es donde se demuestra la grandeza de las personas.

No se reconocerá el haber cometidos errores fácilmente solucionables, seguirán cometiéndose a sabiendas que se cometen. Los errores se pagan a muy alto precio. Claro que sarna con gusto dicen que no pica. Igual que dicen que el que avisa no es traidor. Pues eso, a buen entendedor con pocas palabras basta.
 

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