El Príncipe Alfonso vivirá hoy una
jornada de elecciones vecinales que se parecen más a unos
comicios locales que a cualquier otra cosa. No van del todo
descaminados los candidatos cuando han presentado su campaña
electoral como si de tal se tratara. La barriada más
conflictiva, más polémica y seguramente más conocida de la
ciudad fuera de nuestros diecinueve kilómetros cuadrados
ejerce ya casi como un municipio al margen, con todo lo que
ello supone de malo si entendemos por tal cosa el que
subsista al margen de normas básicas como las de tener una
seguridad ciudadana en regla. Los tres candidatos a
encabezar la Asociación de Vecinos de la barriada, porque en
realidad no es de más que de eso de lo que se trata lo de
hoy, se presentan ante sus convecinos con muy buenas
intenciones y muy buenos propósitos. Todos ellos, como no
podía ser de otra manera pues los tres viven en la barriada,
sufren y disfrutan de sus particularidades cada día, son
conscientes de cuáles son los puntos que necesitan de una
mejora más acuciante. Obviamente, como se sabe también fuera
de la zona, es necesario que el Príncipe Alfonso tenga unos
niveles de seguridad ciudadana como el resto de la ciudad.
También atajar dos problemas que amenazan con asfixiar su
desarrollo: el empleo y el fracaso escolar, que seguramente
están más íntimamente ligados de lo que se suelen presentar.
Una barriada en la que probablemente viven ya cerca de
15.000 personas, si no más (ya es suficientemente
sintomático que ni siquiera exista un censo lo bastante
fiable como para aportar una cifra verosímil) tiene escaso
futuro si sus vecinos, evidentemente con el apoyo de todas
las instituciones sin excepción, no son capaces de unirse
para exigir a los poderes públicos salidas económicas y
laborales que les permitan ganarse la vida tan dignamente
como el resto de los ceutíes. Se trata de constituir un
movimiento vecinal, partidismos aparte, que reivindique
desarrollo y dignidad para ser iguales, que no es poco a la
vista de la realidad actual.
|