La inversión en Ceuta, venga de
donde venga, proceda de donde proceda ha de ser siempre
bienvenida cuando en un análisis profundo de pros y contras
intervienen para desiquilibrar la balanza más argumentos
positivos que negativos. Lo que acarrea y trae tras de sí la
llegada de millones de euros es suficiente argumento como
para no ubicarse en posiciones frentistas, de primeras, por
el simple hecho ir a la contraria sistemática. Más de 150
millones de euros de inversión dejan un 10% de Ipsi directo
a las arcas de la Ciudad Autónoma. De momento son 15
millones de razones de gran peso que se suman a la
ampliación futura de la estabilidad de 500 nuevos residentes
(personal funcionario) junto a sus familias que aportarán
nuevos ceutíes en la estadística demográfica y en cuantos
parámetros y estándares computen el término poblacional.
Añádase los empleos directos e indirectos (más de 900)
previstos durante el periodo constructivo del equipamiento y
la ‘vida’ posterior que dará a las empresas de servicio que
en Ceuta puedan proporcionar labor a la nueva instalación. Y
todo ello sin contar con que una gran superficie de la
ciudad quedará urbanizada y equipada. La balanza cae en el
lado de lo positivo, desde un punto de vista objetivo.
Inversión, de donde venga. Como el casi millón de euros con
el que se recuperará una zona tan desasistida como
inutilizada por los ciudadanos por ser uno de los llamados
‘puntos negros’ de Ceuta. La zona costera de Fuentecaballo
será en seis meses un área de tránsito, paseo, disfrute y
esparcimiento de los ceutíes y de los visitantes. Un espacio
ganado para los ciudadanos y habilitado para la ciudad con
euros llegados desde la Administración General del Estado.
Un aporte inversor para favorecer la calidad de vida de los
habitantes de esta ciudad quienes ganarán nuevos lugares,
recodos inimaginados reconstituidos como nuevos espacios
urbanos.
Inversión positiva sí, siempre.
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