Y parece que fue ayer, cuando
comencé a escribir en El Pueblo de Ceuta. Desde entonces ya
ha llovido y mucho, pero con agua, con calor, con mal tiempo
y de todas formas, no ha habido un solo día que no hayamos
estado en el lugar que nos comprometimos a estar.
Uno cuando adquiere un compromiso con algo y con alguien, lo
único que debe hacer es cumplir con ese compromiso, y aquí,
dos años después, puedo decir que las dos partes hemos
cumplido lo que acordamos en su día, compromiso que se
fraguó en no más de dos minutos y no ha habido necesidad de
volver a recordar nada, ni por una parte ni por la otra.
A lo largo de estos dos años, únicamente ha habido seis días
que no he escrito, el de Navidad de 2007, los dos de Año
Nuevo de 2008 y 2009, además del Viernes Santo de 2008 y
2009. Todos los demás de los días estuvo preparada la
columna, en unas ocasiones con más tino, en otras,
posiblemente, con algún desacierto, pero siempre con la
misma intención:” Tratando de dar mi opinión sobre el tema
en cuestión”.
Y queda muy clara una cosa DAR MI OPINIÓN, cosa que se ha
hecho siempre y se seguirá haciendo, sin censura y sin
imposición de nadie. Aquí, para mí y creo que otro tanto
sucede con los demás, la censura no ha existido y es que ser
una columna de opinión implica dejar opinar, por la cuenta y
riesgo del que escribe y firma esa columna, en la que
aparece aquello que uno ha visto, ve, intuye o considera
oportuno en un momento dado.
Hay asuntos que por estar o haber estado cerca del editor,
alguien ha considerado en su día que podríamos haber estado
influenciados por él. Nada más lejos de la realidad y eso ya
lo he dicho en alguna ocasión y lo digo ahora en el segundo
aniversario de mi primera columna en esta casa.
Otro tanto ocurre con temas más complicados que hemos
abordado en política, religión o en las andanzas de alguien
relacionado con el o con los sindicatos. Siempre eran, son,
han sido y serán nuestros puntos de vista, acertados en unas
ocasiones, errados, posiblemente, otras veces, pero esos
aciertos o esos errores me son achacables a mí y a nadie
más, y como tal los asumo.
En momentos como estos, cuando los parches no sirven para
casi nada, craso error sería que alguien tratara de frenar
una opinión de la realidad que nos rodea, cuando esa misma
realidad se va a ver cuestionada desde otros ángulos
similares o muy parejos al nuestro.
Ceuta, muy especial por sus dimensiones, tiene una ventaja o
desventaja, según se mire, de que todo lo que hay en ella se
conoce y todos los que vivimos aquí nos conocemos, con lo
que sería absurdo error querer tapar, desde la Plaza de
África lo que ya sabe la Plaza de los Reyes, o a la inversa,
por ejemplo.
En pocas ocasiones, además, para evitar cualquier tipo de
suspicacias, he escrito de fútbol, pero cuando lo he
considerado oportuno, porque la realidad así me lo pedía,
escribí y escribí lo que había, al menos desde mi punto de
vista y haya gustado o no, al final se ha demostrado que no
estábamos equivocados, porque habíamos escrito sin presión
de ningún tipo. Es lo bueno que tiene el ser independientes
y no tener ni intereses ni lo contrario en aquello de lo que
hemos escrito, con lo que si por alguna columna se quedó
algún amigo en el camino, es que no era, de verdad, un
amigo, sería otra cosa, un amigo no.
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