La Unidad Militar de Emergencia (UME) comenzó en la mañana
de ayer unas maniobras en Ceuta que le llevarán hasta el
viernes. Los primeros ejercicios se han destinado a
desbrozar la zona de Aranguren para eliminar las hierbas
secas de cara al verano. De este modo, los militares
aprovechan para instruirse y para limpiar alguna hectárea de
los montes de la ciudad autónoma.
Dicho y hecho. El pasado 4 de marzo de este año, el teniente
general jefe de la Unidad Militar de Emergencia, José Emilio
Roldán, visitó Ceuta para, entre otras cosas, evaluar la
satisfacción de los responsables políticos de la Ciudad
después de la intervención del cuerpo en septiembre a causa
de las inundaciones. Como guinda, anunció que la UME
volvería a Ceuta, pero en este caso no en situación de
catástrofe, sino como jornadas de simulacro y
adiestramiento. Ya están aquí. Han traído todos sus
materiales y ayer tiñeron, como gotas de sangre (por el
color de sus uniformes) el monte de García Aldave.
Van a estar aquí hasta el viernes y el jueves realizarán un
simulacro junto con los cuerpos de salvamento de Ceuta:
Bomberos, Policía Local, Guardia Civil, Cruz Roja y
auxiliares forestales intervendrán en un fuego simulado de
nivel 2, para el que supuestamente la Ciudad Autónoma habría
tenido que pedir el auxilio del cuerpo militar del Estado.
En este simulacro intentarán controlar un fuego, que será
real, desde dos hipótesis: una soplando de Levante y, otra,
de Poniente.
A las jornadas han acudido dos secciones de la Compañía de
Intervención y un pelotón de la Compañía de Ingenieros,
todos ellos pertenecientes al Batallón de Intervención en
Emergencias (BIEM II), radicado en Morón de la Frontera
(Sevilla). Las dos secciones y el pelotón se repartieron
entre los dos montes. Los ingenieros actuaron en el polvorín
del Obispo, mientras que la primera sección lo hizo en
Aranguren, y la segunda, en Loma de los Hornillos. Tanto uno
como otro se dedicaron a habilitar sendos cortafuegos. Los
militares, ataviados con un uniforme rojo salteado de vetas
amarillas, color por antonomasia de esta unidad, se
dedicaron a desbrozar todas las hierbas secas y árboles
podridos para dejar el campo expedito y fresco de cara al
verano. “Lo peor de todo sería dejar los hierbajos sobre el
terreno, porque eso sería como un polvorín de cara al
verano”, comentó el teniente Amador, uno de los oficiales a
cargo de la tropa.
Desde Sevilla se han traído, además de vehículos Vamtac y
todoterrenos militares, ocho camiones autobombras, con
capacidad para 3.500 litros cada uno; dos camiones nodriza,
con capacidad para 13.500 litros; una máquina mixta (similar
a un tractor normal); una máquina empujadora (para arrastrar
el material desbrozado) y un camión volquete (para
transportar la carga). En cuanto al personal, han sido 132
los militares desplazados, 90 de ellos repartidos entre las
dos secciones. El resto de la expedición se reparte entre el
pelotón de ingenieros y personal logístico, que efectúa las
labores de transmisiones, abastecimiento, mantenimiento y
apoyos necesarios.
En el Renegado montaron el puesto de mando de la compañía,
un vehículo Vamtac equipado por dentro con una sofisticada
tecnología para controlar todo el dispositivo y permanecer
en contacto con cualquier unidad civil en las situaciones de
catástrofe. Este vehículo se instala en la parte más alta,
para lograr que funcione como repetidor y evitar las
interferencias.
Cuando se enfrentan a una catástrofe la cosa cambia. La
principal guerra contra la que ellos combaten cada verano es
el fuego. “Se pasa mal, la verdad”, dice Amador. Para eso
trabajan, para ello se instruyen, para combatirlo luchan.
|