En estos días se cumplen los
primeros 100 días, desde que Obama accedió al poder. Parece
ser que dos de cada tres norteamericanos aprueban su
gestión. Nada menos que un 60 % de popularidad. 100 días
vividos vertiginosamente, como si todavía estuviera en
campaña electoral. Él dice que está contento, pero no
satisfecho, aunque hace demasiadas cosas al mismo tiempo”.
Como todos aquellos presidentes que llegan al poder, Obama,
también quiere modificar el sistema educativo. En estos cien
días ha presentado una serie de propuestas para reformarlo
totalmente. Algunas de ellas polémicas, como la de vincular
el sueldo de los profesores a los resultados académicos de
los alumnos.
Posiblemente encuentre algunos países que les imiten, sin
descartar el nuestro, donde ha calado profundamente la “Obamamanía”,
como lo prueba el partido en el poder, ya que no ha dudado
en usar la victoria de Obama en Estados Unidos para
conformar su primer vídeo electoral para los comicios
europeos…Sólo aparecen imágenes de la noche electoral en
para mejorar la calidad educativa Chicago, cuando se conoció
el triunfo de Obama, y, decenas de miles de ciudadanos que
salieron a la calle para festejarlo.
Con respecto a su proyecto de modificar el sistema
educativo, por ahora el sr. Obama se ha encontrado con una
seria resistencia de los Sindicatos y con el problema de que
la Constitución estadounidense atribuye las competencias en
materia de educación a los Estados, por lo que el modelo
está completamente descentralizado. Con pocos recursos y
muchas ideas, el Presidente ha pedido una alianza entre
políticos, maestros, padres y alumnos, para superar las
divergencias y mejorar el maltrecho cuadro de la educación
en Estados Unidos.
Como todo Presidente, pensando en mejorar la educación,
continuamente hace campaña a favor de sus ideas en discursos
y actos públicos, y va acondicionar la concesión de una
parte importante de los fondos federales para la educación,
a que los Estados y los distritos escolares trabajen juntos
para mejorar la calidad educativa. Por lo tanto, debe haber
un plan de reforma asociado a los fondos. El Presidente,
dirigiéndose a los profesores: “No pidáis más dinero, grupos
de alumnos más reducidos, sin estar dispuestos a considerar
una nueva forma de evaluar mejor el sistema”
La propuesta es regular los aumentos de sueldos en función
de los resultados de los alumnos en unas pruebas
estandarizadas que cada Estado efectúa anualmente entre
tercero y octavo curso, hasta los trece o catorce años.
Y muestra su dureza al afirmar ”si a un profesor se le da
una, dos o tres oportunidades pero no mejora, no hay excusas
para que siga enseñando”. En principio, el Departamento de
Educación, destinará fondos para que 150 distritos
escolares, de los más de 13.000 que existen, ofrecen
complementos salariales a sus profesores en función de esos
resultados de los alumnos
Al abrir esta posibilidad, Obama, debe contar con los
Sindicatos. Estos alabaron la voluntad de reforma del
Presidente, pero no los medios con los que quiere
acometerla. El del pago por méritos individuales tal y como
se ha planteado hasta ahora, es un sistema fallido. Es una
idea de mercado. Ofrece bonos a aquellos empleados que
obtienen más ingresos. Pero los maestros son personas que
trabajan con un derecho humano, como el de la educación. Los
maestros que eduquen a niños de entornos pobres, que sufren
penurias económicas, se enfrentan a un desafío mucho mayor.
Los resultados de un examen no puede ser el único baremo. A
veces se dice que un profesor educa mejor cuando tiene
buenos estudiantes o cuando enseña a niños que tienen sus
necesidades básicas satisfechas. Y suele ser cierto. En
principio, este tipo de iniciativa es una buena idea. Pero
debe aplicarse examinando todos los factores implicados.
Por otra parte, Obama, también ha emprendido una campaña
para establecer estándares nacionales que permitan
homogeneizar la educación en el país, algo que contemplar
como un requisito previo para mejorar la calidad educativa
en las aulas. La polémica ley “No Children Left Behind”,
impulsada por el anterior presidente G. Bush, en 2001,
estableció una serie de exámenes en los que decidiría
cuantos fondos federales merecía una escuela, en función de
los resultados de sus alumnos. Un resultado no esperado de
esta medida es que muchas escuelas públicas de zonas
deprimidas, o aquellas que educan a niños con necesidades
especiales, han quedado sumidas en la bancarrota. Pero los
Estados son los que tienen la última palabra a la hora de
administrar estos exámenes, y muchos de ellos, con sistemas
educativos tradicionalmente deficientes, se han puesto unas
pruebas más fáciles.
Conviene saber que la conducción del aparato educativo
depende legal y formalmente de cada uno de los estados que
componen la Unión, combinado con un tradicional respeto al
principio de autonomía educativa de las comunidades locales
(distritos o municipios). Por lo tanto son los Parlamentos
existentes en cada estado los que obviamente discuten y
establecen la legislación educativa –niveles primarios y
secundarios-. La concreta política de cada Estado es más
bien competencia de su Junta Estatal de Educación.
En el supuesto que la iniciativa de Obama se llevara a la
práctica no parece ser que el éxito estaría asegurado. Los
sistemas educativos funcionan cuando los profesores son
escrupulosamente seleccionados sin discriminación salarial.
Sería establecer una confrontación que conduciría al
fracaso. Y, en Estados Unidos, la inspiración del sistema
educativo está reflejado en síntesis, en la carta de Thomas
Jefferson a Washington, en 4 de Eneros de 1706. “Es para mi
un axioma que nuestra libertad nunca podrá estar a salvo a
no ser que esté en manos del propio pueblo, y, además, de un
pueblo que posea un cierto grado de instrucción.”
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