La influencia social de la que algunos grupos de confesión
musulmana vienen haciendo gala, especialmente en Ceuta, no
es sino una clara demostración de que las estructuras sobre
las que se creo la CIE (Comisión Islámica en España) están
ya caducas y deben ser renovadas con prontitud.
Cuando nació la Comisión Islámica en España (en adelante CIE),
y España consideraba el Islam como una religión de notorio
arraigo, se constituyeron dos federaciones que tuvieron un
peso importante en aquel entonces. Son la UCIDE, que
básicamente aglutinaban países de Oriente Medio, como Siria,
y la FEERI, que agrupaba a los conversos españoles, pero que
ahora también cuenta con participación marroquí. Así las
cosas, y cuando se firman los acuerdos de 1992, relativos a
la cooperación religiosa en España, con puntos en su
contenido muy interesantes, y hasta la fecha de hoy, el
grado de incumplimiento de los mismos es muy elevado.
El problema es que los musulmanes de ambas federaciones no
se ponían de acuerdo, sobre todo en hacer de forma conjunta
planteamientos al Estado para el cumplimiento de estos
acuerdos de cooperación, así como que uno de los grandes
errores fue precisamente la constitución de dos
federaciones, con dos secretarios generales dentro de la CIE.
Algo que no se ha dado en otras confesiones. Esta
incongruencia formal, asentada en egos incontrolados y sin
arreglo posible, ha sido tremendamente negativa para los
musulmanes que viven en España, y es algo que el Estado
Español debería corregir sin demora.
Los cerca de millón y medio de personas que practican el
Islam en España, y la inmensa mayoría, cerca de 1.300.000,
han llegado con la inmigración. Una inmigración que es
mayoritariamente marroquí, con algo más de 700.000 personas,
junto a pakistaníes y subsaharianos, y que hoy están
presentes en España, pero que no se sienten reconocidos en
la CIE.
El caso de los musulmanes constituye para la Dirección
General de Asuntos Religiosos un reto muy importante, pues
se trata de conseguir que la gestión del Islam en España,
tanto en presente como en futuro, tenga en cuenta a todos
los musulmanes de forma real y representativa de esa
realidad de los municipios y barrios. Tan cierto es esto que
se hacen inevitables unas elecciones democráticas y
transparentes en el seno de los musulmanes desde las
Comunidades Autónomas, para elegir finalmente a una Junta
Estatal de la CIE que represente todas las sensibilidades
existentes dentro del Islam Español.
Nadie debe entender por ello conflicto entre una federación
y otras organizaciones, ni de un marroquí contra un sirio;
antes bien, de lo que se trata es lograr una mayor
proximidad con la realidad actual. Bien es verdad que hubo
un momento determinado que la CIE y esas federaciones
tuvieron un papel fundamental, pero los tiempos de hoy no
son los de entonces, ahora hay que tener en cuenta a la
inmigración, que son la inmensa mayoría de los musulmanes
residentes en España.
Por ejemplo, el 95 por ciento de las mezquitas que hay en
España están dirigidas por un imam marroquí. Asimismo, la
inscripción de entidades religiosas en el Registro Oficial
ya alcanza las 627, sin embargo, la relación real de estas
entidades religiosas inscritas con las federaciones que
componen la CIE es mínima. De hecho existen gran cantidad de
asociaciones que están inscritas en la UCIDE pero que ni
siquiera nunca han visto al presidente de la misma. Es
evidente que las estructuras de hace quince o veinte años
necesitan modificaciones acordes con los tiempos actuales,
como lo han reconocido muchos países europeos, actuando de
forma tranquila y eficiente al respecto.
Sin duda, nos encontramos con una urgencia importante e
inmediata en el modelo de representatividad del Islam en
España.
Hay cuestiones que en la etapa del Partido Popular no se
hicieron por falta de voluntad política y por un
desconocimiento profundo sobre esta realidad, situación que
también se ha dado en otros países europeos. Cuando se habla
de que el velo de las jóvenes musulmanas trae el integrismo
en Europa se está cayendo en afirmaciones totalmente
erróneas que muestran ese desconocimiento, en ese y otros
asuntos de roce diario. El integrismo llega por otras vías
bien conocidas -y por una nueva y totalmente efectiva, como
es la mutación en cuanto a su apariencia, pues aquellos que
se decían contrarios a la doctrina malikí, hoy se dicen
amantes de la misma, cuando los que bien les conocen saben
que tales afirmaciones surgen por instinto de supervivencia,
así como que sirven para ganar tiempo y libertad de
movimientos-, como es la entrada de movimientos religiosos
radicales que se introducen dentro de la Comunidad Musulmana
residente, aprovechándose de su desorganización y nula
estructura, así como haciendo uso de una apariencia adobada
en caldos de confianza (Ceuta es un ejemplo claro y bastante
cercano), sin olvidar su capacidad para atraer la atención
de quienes ostentan poder, que sin concederse un mínimo de
reflexión a las consecuencias de sus actos, acuden a rezos
colectivos no aprobados por la inmensa mayoría de los
musulmanes, abriendo aún más heridas y alejando a unos de
otros.
Está claro que si no son los musulmanes quienes soliciten y
fomenten los cambios necesarios y ganen el terreno perdido,
lo harán quienes constituyen rémora y atasco en su historia.
La falta de pericia de las políticas desarrolladas en Europa
en cuanto a religión e inmigración son las que han permitido
que el integrismo llegue a esos países de forma importante,
y algo de lo mismo está pasando en España, pues la
Influencia Social que han adquirido algunos grupos, siempre
bajo paraguas de una federación como la UCIDE es, cuando
menos alarmante y fuera de toda realidad, y si no que se
miren las torres conquistadas, no siendo Ceuta una excepción
y si una muestra clarificadora.
La reforma del modelo de gestión del Islam en España
corresponde únicamente a los musulmanes que residen en
España y al Estado Español, aunque los lazos que
tradicionalmente han unido al Islam Español con el Marroquí
merecen una oportunidad para reflexionar de forma conjunta
sobre el asunto, pues de ningún otro modo podrá hacerse
mejor, sobre todo si tenemos en cuenta la prudencia y los
profundos cambios que Marruecos viene acometiendo en cuanto
a forma de enseñar y proyectar el Islam.
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