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OPINIÓN - SÁBADO, 2 DE MAYO DE 2009

 

OPINIÓN / SNIPER

Mohamed VI y sus Ulemas de Palacio


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Todo cambia, nada permanece” como nos advertía ya el clásico aforismo griego. Salvo, para el mundo islámico en general, el Sagrado Corán: la palabra directa de Alláh/Dios trasmitida para la Humanidad a su Mensajero Mahoma por medio del ángel Gabriel. Un texto, presuntamente sagrado como el de la Biblia, pero además inmutable aunque diferentes escuelas de pensamiento discutieron en la Edad de Oro del Islam sobre su carácter eterno o creado ex profeso. Pero, naturalmente, el corpus coránico (de difícil lectura, ordenado con un criterio caótico -la función principal era y es la memorización- e ideológicamente francamente contradictorio) necesita de una interpretación solvente, que destaque de la religión islámica (son palabras de Mohamed VI) “su término medio, su tolerancia y su moderación”. Inch´Alláh.

Precisamente el pasado miércoles 29 de abril y en su calidad de Emir de los Creyentes (aspecto relevante dada la ausencia de una jefatura espiritual normalizada en el seno de la comunidad musulmana), Mohamed VI dirigió un importante mensaje real en la primera sesión ordinaria del Consejo Superior de Ulemas del Reino del año 1430 de la Hégira (2009 de la Era Común) siguiendo la estela del pronunciado en Tetuán el 27 de septiembre del año pasado, que fue ésta vez leído íntegramente por Ahmed Toufiq, ministro de Habús y Asuntos Islámicos y en el que late el espíritu del joven soberano alauí: “Nuestra estrategia integrada para la reforma, habilitación y modernización del campo religioso, en el seno del Emirato de los Creyentes, un orden unánimemente adoptado por los marroquíes y del Islam sunní y malekí que siempre han abrazado”. Veladas indirectas a la provocación de la Shía alentada por la República Islámica de Irán en el Reino, así como un claro desmarque doctrinal del wahabismo hambalí (también de la escuela sunní) inspirado por Arabia Saudí y, no digamos ya, un firme rechazo a posturas intransigentes y fundamentalistas representadas, en el mismo Marruecos, por una pléyade de asociaciones oscurantistas así como por la organización alegal Justicia y Caridad y, no digamos ya, movimientos extremistas como el Tabligh (con sede en Alcazarquivir) o los Hermanos Musulmanes.

En el mensaje real se ponen de manifiesto diferentes novedades, como la construcción de nuevas mezquitas oficiales en barrios periféricos y en cada localidad de importancia (por ejemplo en los cercanos Castillejos y Rincón), la creación de consejos de ulemas en cada provincia (el más cercano a Ceuta en Rincón), el aumento de las remuneraciones a los imames así como su inclusión en una “cobertura sanitaria básica y complementaria”, la formación anual de 200 imames de ambos sexos y el papel de vanguardia en el aspecto formativo de los fieles llevado a cabo por el “Radio y Canal Mohamed VI para el Sagrado Corán”. En síntesis, va tomando cuerpo la “Carta de los Ulemas” con la que el Rey de Marruecos como Emir de los Creyentes combate la deriva ideológico-religiosa, de carácter islamista radical, en la que algunas corrientes pretenden sepultar el país. En varias ocasiones, ésta es una más, reflejé mi simpatía por el carácter renovador y moderado (dentro de los parámetros de esta religión) del Islam oficial marroquí, así como el carácter abiertamente ilustrado y reformista del actual Rey de Marruecos. ¡Suerte Mohamed, pintan bastos y la vas a necesitar!.
 

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