Todo cambia, nada permanece” como
nos advertía ya el clásico aforismo griego. Salvo, para el
mundo islámico en general, el Sagrado Corán: la palabra
directa de Alláh/Dios trasmitida para la Humanidad a su
Mensajero Mahoma por medio del ángel Gabriel. Un texto,
presuntamente sagrado como el de la Biblia, pero además
inmutable aunque diferentes escuelas de pensamiento
discutieron en la Edad de Oro del Islam sobre su carácter
eterno o creado ex profeso. Pero, naturalmente, el corpus
coránico (de difícil lectura, ordenado con un criterio
caótico -la función principal era y es la memorización- e
ideológicamente francamente contradictorio) necesita de una
interpretación solvente, que destaque de la religión
islámica (son palabras de Mohamed VI) “su término medio, su
tolerancia y su moderación”. Inch´Alláh.
Precisamente el pasado miércoles 29 de abril y en su calidad
de Emir de los Creyentes (aspecto relevante dada la ausencia
de una jefatura espiritual normalizada en el seno de la
comunidad musulmana), Mohamed VI dirigió un importante
mensaje real en la primera sesión ordinaria del Consejo
Superior de Ulemas del Reino del año 1430 de la Hégira (2009
de la Era Común) siguiendo la estela del pronunciado en
Tetuán el 27 de septiembre del año pasado, que fue ésta vez
leído íntegramente por Ahmed Toufiq, ministro de Habús y
Asuntos Islámicos y en el que late el espíritu del joven
soberano alauí: “Nuestra estrategia integrada para la
reforma, habilitación y modernización del campo religioso,
en el seno del Emirato de los Creyentes, un orden
unánimemente adoptado por los marroquíes y del Islam sunní y
malekí que siempre han abrazado”. Veladas indirectas a la
provocación de la Shía alentada por la República Islámica de
Irán en el Reino, así como un claro desmarque doctrinal del
wahabismo hambalí (también de la escuela sunní) inspirado
por Arabia Saudí y, no digamos ya, un firme rechazo a
posturas intransigentes y fundamentalistas representadas, en
el mismo Marruecos, por una pléyade de asociaciones
oscurantistas así como por la organización alegal Justicia y
Caridad y, no digamos ya, movimientos extremistas como el
Tabligh (con sede en Alcazarquivir) o los Hermanos
Musulmanes.
En el mensaje real se ponen de manifiesto diferentes
novedades, como la construcción de nuevas mezquitas
oficiales en barrios periféricos y en cada localidad de
importancia (por ejemplo en los cercanos Castillejos y
Rincón), la creación de consejos de ulemas en cada provincia
(el más cercano a Ceuta en Rincón), el aumento de las
remuneraciones a los imames así como su inclusión en una
“cobertura sanitaria básica y complementaria”, la formación
anual de 200 imames de ambos sexos y el papel de vanguardia
en el aspecto formativo de los fieles llevado a cabo por el
“Radio y Canal Mohamed VI para el Sagrado Corán”. En
síntesis, va tomando cuerpo la “Carta de los Ulemas” con la
que el Rey de Marruecos como Emir de los Creyentes combate
la deriva ideológico-religiosa, de carácter islamista
radical, en la que algunas corrientes pretenden sepultar el
país. En varias ocasiones, ésta es una más, reflejé mi
simpatía por el carácter renovador y moderado (dentro de los
parámetros de esta religión) del Islam oficial marroquí, así
como el carácter abiertamente ilustrado y reformista del
actual Rey de Marruecos. ¡Suerte Mohamed, pintan bastos y la
vas a necesitar!.
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