Desconozco si Teresa Antequera autora de un articulo de
colaboración sobre trasplantes, es receptora de órganos (en
plural porque la medicina de este país esta tan avanzada que
ya, realiza trasplantes múltiples) o tiene algún familiar
trasplantado.
Porque vivir una situación de continuo deterioro con una
esperanza de vida fijada en los cuarenta y cinco años, tener
la posibilidad de vivir con un órgano ajeno es un milagro.
Supeditar la vida a una maquina de diálisis “no produce una
gran tristeza” Teresa.
Produce, tener que asistir tres veces en semana a que te
limpien la sangre. Produce dejar el trabajo. Produce alterar
la convivencia familiar. Produce rebajar la calidad de vida
a niveles ínfimos y produce una indefensión ante una muerte
cruel y lenta.
Por eso la posibilidad de vivir con un órgano extraño,
engrandece la vida de quien lo recibe.
La vida que fue el mayor milagro de Dios para que este mundo
exista.
Gracias al avance de la medicina, hoy, una persona con una
diabetes tan agresiva que llega a inutilizar los dos
riñones, puede en un trasplante múltiple de riñón y
páncreas, no solo hacer vida normal, si no dejar de ser
diabético. Sin alteración alguna después de diez años (diez
años en el haber de su vida) sin propensión al sida, a las
herpes, o a tumores.
Es cierto que existe riesgo de rechazo del órgano
trasplantado de por vida. Pero no es menos cierto que
traspasado el umbral de los cinco años el riesgo se va
minimizando. (No lo digo yo, lo manifiestan los
especialistas)
Llegar a interpretar que el órgano (denominarlo como pedazo
de carne es poco respetuoso. Pedazo de carne es lo que se
echa de comer a lo perros) del donante lleva en su esencia
algo personal que trasmite al receptor, es lo mismo que
pensar que la sangre que se recibe de otra persona en una
transfusión puede inocularnos parte de su personalidad.
Pura ciencia ficción.
Desconozco que tipo de información recibieron los
trasplantados a los que alude Teresa Antequera. En el
Clínico de Barcelona, pioneros en los transplantes
múltiples, el equipo medico, informa exhaustivamente de
todos los riesgo físicos (la operación dura doce horas,
primero el páncreas, luego el riñón) y morales.
Sin que al día de hoy, después del tiempo transcurrido, se
haya notado “cambio en la biografía” del transplantado, y si
en sus hábitos de vida.
Ahí si tuvo influencia el donante anónimo, le dio la vida.
Dejemos el alma para Dios mientras al receptor le llegue la
vida.
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