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OPINIÓN - JUEVES, 30 DE ABRIL DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Alfonso Conejo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El lunes pasado, a la altura de los estudios –rimbombante tratamiento, ¿no?- de Radio Televisión Ceuta, hallé a Alfonso Conejo. Y, como es costumbre entre nosotros, nos pusimos a charlar. Y me dijo que había sido entrevistado por Beatriz Palomo. Entrevista dedicada, mayormente, a ahondar en la vida del inquirido.

Lo primero que hice fue alabarle el buen hacer de BP. Profesional a la que tengo en bastante consideración. Porque además de hacer muy bien su trabajo parece estar vacunada contra la afectación. Y, desde luego, le prometí a Alfonso que le vería ante las cámaras. Y así fue. Aunque mentiría si no dijera que me perdí algunos minutos de la conversación que pude ver el martes por la noche.

En principio, y espero que no se me moleste el entrevistado, debo decirle que viendo las fotografías exhibidas en la televisión, no tengo más remedio que destacar lo mucho que ha mejorado su físico con el paso de los años. Le ha ocurrido a Alfonso lo que les sucede a los buenos vinos: que con el transcurrir del tiempo se enriquecen en todos los sentidos.

Beatriz Palomo dirige el interrogatorio con cadencia. Aporta calma a la situación y lleva embebido al entrevistado en la muleta de la tranquilidad. Lo serena. Le deja pensar y no comete el error de acelerarle ni enervarle. Lo de enervar en su justa acepción: la de que la persona no decaiga ni pierda el ánimo de responder por aplatanamiento. En suma: que no bostece o se duerma.

Por tal motivo, Alfonso Conejo conectó muy pronto con la entrevistadora. Y respondió como en él es habitual; es decir, con mesura, con esa moderación tan suya, y tocado ligeramente por la emoción que a todos nos produce el hecho de tener que mirar hacia atrás.

Porque esas entrevistas que hace Beatriz son balsámicas, lenitivas, analgésicas... No hacen daño ni a los ojos ni a los oídos. Puesto que el contenido mantiene a raya los odios y rencores, envidias e iras. De ahí que el entrevistado lo analice todo bajo el lema de que todo “er mundo es güeno”. Porque quien conduce el programa se encarga de crear ese ambiente.

Alfonso tuvo tiempo de todo: de contarnos pasajes de su niñez. De su adolescencia y de su trayectoria política. Nos habló de las bondades de don Manuel Fraga; de Álvarez Casco; de José María Aznar; de Arias Cañete, etcétera. Y, naturalmente, se deshizo en elogios para Jesús Fortes y Juan Vivas. Amén de declararse del PP, por encima de personalismos.

Pues bien, la entrevista transcurría plácida e interesante. Mucho más, supongo, para cuantos le tenemos ley a Conejo. Todo iba sobre ruedas. Pero... ay: los peros son obras del diablo. El cual puso en las manos de Beatriz una fotografía donde aparece Fortes rodeado por los miembros de su gobierno que fue censurado por el GIL, por la decisiva intervención de Susana Bermúdez. Y esa fotografía hizo que Alfonso diera su parecer de lo ocurrido. Dijo que los ‘gilistas’ vinieron a esquilmar la ciudad. De modo que cuando llegó el primer gobierno de Vivas se encontró con hechos denunciables. Que no se airearon para no entorpecer lo mucho que había que hacer. Y además defendió a los ‘gilistas’ nacidos aquí; porque, según él, participaron engañados. De haberse estado rodando una película, el director habría gritado: “¡Corten, coño!”.
 

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