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OPINIÓN - JUEVES, 30 DE ABRIL DE 2009

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Cuando llegó la democracia, los llamados padres de la Patria, acordaron convertir España en un conjunto de dieciséis comunidades y dos ciudades autónoma. Teniendo en cuenta, para ello, su historia, su lengua, su cultura y sus peculiaridades que las hacían diferentes unas a otras.

Todo perfecto, nada que objetar, porque era justo considerar todas las circunstancias enumeradas, en las que a pesar de ser iguales, por ser todos españoles, nos hacia a la vez diferentes. Y esa diferencia había que respetarla, dando a cada uno lo que por su historia, lengua y cultura le correspondía.

En principio todo parecía perfecto y las comunidades se alegraron de que se le reconociera, a cada uno de ellas, los meritos que en ellas concurrían y, de esa forma, poder mostrarse, cada una de ellas, al resto de España, tal y como eran, al haberse descentralizado.

Sólo, desde mi punto de vista, cometieron un error los padres de la Patria, el no haber caído en las repercusiones que podría traer, por culpa de los nacionalismo caducos y trasnochados, cuando alguno de ellos alcanzasen cotas de poder, dejasen las gorras en los armarios, se quitasen las chaquetas de pana y se vistiesen con traje de Armani, tuviesen coche oficial y varias secretarias. No tener en cuenta todo esto, fue el único error que creo que cometieron a la hora de redactar le asunto de las diferentes Comunidades y Ciudades autónomas.

Cuando esos nacionalismos caducos y trasnochados no tienen poder de gobierno, las Comunidades y Ciudades Autónomas, siguen sus cursos, sin que a nadie se le ocurra lo de la independencia para separarse de España ni, por supuesto imponer idioma alguno que no sea el español, que es el idioma de todos lo españoles, respetando aquellos otros idiomas maternos que se siguen hablando en otras comunidades.

La imposición de un idioma, rechazando el español o el castellano, como mejor les guste llamar, es cosa de dictadura pura y dura. La lengua es un bien que une a los hombres, rechazar la lengua de Cervantes, la de todos los españoles, para querer imponer, incluso en los recreos un idioma diferente, sólo es cosa de aquellos aldeanos que no hace mucho usaban gorras y chaqueta de pana y que, ahora, visten trajes de Armani.

Según la Constitución, esa que nos dimo todos los españoles, el idioma oficial de nuestro país es el castellano, respetando las demás lenguas de las distintas comunidades, pero que nunca podrán imponerse contra el idioma de Cervantes.

Se equivocan todos estos nacionalistas, aldeanos puros que quieren imponer el idioma de su Comunidad al resto de España, pues en su gran infantilismo, nada más se miran su propio ombligo sin querer ver más allá de él.

De esta forma todos debemos felicitarnos porque los nacionalismo, en su enrome ceguera, van retrocediendo electoralmente, y esa ceguera basada en el infantilismo les llevará a su desaparición aunque, naturalmente, dejará una secuela a la que tendremos que encontrar el antídoto para curarla.
 

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