El acontecimiento era importante y el primer invitado que se
presentó madrugador, fue el poniente que llegaba surfeando
las olas desde Calamocarro.
Después llegaron los latidos acelerados de los amigos en un
reencuentro de abrazos.
Y los latidos, acelerando los nervios de la presidenta de la
Casa Inés M. Núñez y del presidente de la Ciudad Autónoma,
Juan Vivas, lógicos, por la emoción de inaugurar un rincón
que sirva de punto de encuentro y comunicación para todos
los ceutíes de la Costa del Sol.
Un rincón, como nuestro pueblo, pequeño en extensión, pero
grande en corazón, en ilusión por ejercer de “caballas”,
grande en mantener las raíces y la memoria, que son el mejor
bagaje que podemos legar a los jóvenes.
Hay que felicitar a Inés y su equipo por su iniciativa y por
el lugar.
No podía estar ubicado en otro sitio mejor. Desde su
terraza, se observa nítidamente el contorno de Ceuta los
días de calima, y cuando el poniente barre la bruma y acorta
a la vista las dos orillas, veo al Hacho bebiendo de las
olas y al viento jugando al pilla – pilla en la esquina de
Alfau y La Marina.
Ya solo falta que los latidos al calor de el reencuentro con
amigos perdidos en el tiempo, no se diluyan lentamente con
la indiferencia de un azucarillo. Que la Casa de Ceuta
sienta el calor de los “caballas” que vivimos a este lado
del charco, añorando desde la lejanía, a nuestra querida
Ceuta.
Y que en este pequeño rincón, donde la brisa se viste de
Esteponera, los “caballas” nos sintamos como en casa.
|