Hace menos de una semana se ha
celebrado el día del libro, una de esas hechas del
calendario que suena mucho y significa muy poco, en la
realidad.
Y es que, en una sociedad en la que la lectura va pasando, y
cada vez más, al baúl de los recuerdos, un día importante,
como debiera ser, en el ámbito cultural, está dejando paso a
otro tipo de festejos que resultan más cómodos y, ¿por qué
no decirlo?, incluso, más baratos.
Así están las cosas en nuestros días, cuando hay personas,
jóvenes y menos jóvenes, que se pasan horas y horas delante
del televisor y, sin embargo, no son capaces de aguantar
veinte minutos seguidos con un libro en la mano, es más,
incluso ni con un TBO.
Veo, en nuestra edición del pasado domingo, el interés por
todo lo que significa el libro y la lectura, desde la
perspectiva de una auténtica librera, África García, que es
la propietaria de la Librería Tótem, y me agrada el
optimismo de esta mujer en lo que es su profesión pero ...,
mucho me temo que, en más de una ocasión, una profesional de
su talla y de su talante tiene que rechinar los dientes, al
comprobar que el capítulo relativo a la lectura no parece
estar en el ámbito de “las buenas costumbres de hoy”.
Se nos dice que este año ha sido, el día 23 de abril, un día
especial, al celebrar, otra vez, el legado que nos dejó
Miguel de Cervantes, junto a lo que el sector librero
español también celebra el Premio Nacional al fomento de la
lectura 2008 que el Ministerio de Cultura ha otorgado a lo
libreros.
Desde mi punto de vista, una cosa es el librero y otra muy
distinta ciertos dueños de establecimientos en los que,
además de libros, también se venden otras cosas. Y aquí sí
que podría dar lecciones a muchos, en Ceuta y fuera de
nuestras delimitaciones, África García y podría decir eso
de:” Los libreros de siempre nos hemos esforzado y lo
seguiremos haciendo para favorecer, en lo posible, una
política racional del sector”.
Digo que, África García en Ceuta, también algún otro librero
o librera, pero no más de tres aquí, sí podrían hablar,
aconsejar o criticar la situación de lo que es hoy el libro
y las formas desde las que se puede acceder al libro y a la
lectura.
Sin embargo, cuando un librero se convierte, o se ha
convertido, en un simple vendedor de aquello que le ofrecen,
sin conocer, de verdad, el fondo de donde hay que partir, en
esos casos al “librero” en cuestión le puede ir muy bien
económicamente con la ayudad de otras cosas alrededor de los
libros, pero al que de verdad es un librero le va restando
el prestigio y el “respeto” que siempre debió tener.
Hoy, como he dicho al principio, no se lee apenas, el libro
va siendo relegado un poco más cada día a un adorno
apropiado de las estanterías y es que si desde una profesión
tan digna y tan importante no se hace más que exponer, según
caen las novedades que llegan. Si el librero no es el
orientador, en determinados casos, o si no conoce lo que de
verdad hay en el mercado, para saber aconsejar al que se lo
requiere, si no sabe por donde empezar, entonces está
retirando de ese tipo de establecimiento a un cliente y a
otros “posibles” para el futuro.
Mi pregunta en estos momentos tras el día del libro es ¿Cómo
han visto los libreros la venta de libros el 23 de abril?.
¿Estuvo a tono con la crisis, también?
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