Ignoro, naturalmente, si en algún
momento y previo el “nihil obstat” de Washington, Israel
atacará de forma preventiva las instalaciones nucleares de
la República Islámica de Irán, como a punto estuvo de hacer
en julio del pasado año bombardeando, mediante tres
hipotéticas penetraciones aéreas (finalmente reducidas a
dos, a fin de no sobrevolar el espacio soberano jordano) a
cargo de unos cincuenta F-15 y F-16, las zonas de Arak
(producción de agua pesada y plutonio) Natanz (con múltiples
centrifugadoras para el enriquecimiento de uranio) Ispahán
(unidad de conversión de uranio) y Bushehr (con su reactor
nuclear de origen ruso), lugares donde se concentrarían la
mayor parte del centenar de centros y diversas instalaciones
que los iraníes han dispersado por su geografía. Sin embargo
el titular no andaría descaminado, pues de forma interpuesta
en ocasiones (en Oriente Medio a través de sus brazos
armados de Hamás y Hezbolá) y en otras con una agresiva
política misionera (en Marruecos sin ir más lejos), el
Teherán de los ayatolás no ha dejado de tejer desde el
derrocamiento del Shá y la llegada de Khomeini al poder una
espesa tela de araña en nombre de la revolución islamista
mundial, lanzando en los últimos años con el islamofascista
Ahmadinejad una espesa cortina de humo intentando, como
fuere, ganar un tiempo precioso a fin de poder hacerse con
armamento nuclear.
Mientras a mediados de junio de 2008 el ejército israelí
organizaba en cooperación con el griego unas complejas
maniobras de rescate de pilotos y comandos en el
Mediterráneo Oriental a 1500 kms. de la costa de Haifa
(precisamente la misma distancia que separa Israel de Irán),
el 11 de julio la última gran empresa occidental en Irán, la
compañía francesa “Total”, abandonaba sus cuantiosas
inversiones en el enorme campo petrolífero de South Pars, a
la vez que norteamericanos e ingleses cooperaban con las
fuerzas armadas del Emirato de Bharein en ejercicios de
simulación de protección de instalaciones petroleras y de
gas en caso de un ataque iraní… Paralelamente los días 9 y
10 de julio, los Guardianes de la Revolución Iraníes
comandados por Mohamed Ali Jaafari acometían el ejercicio
militar “Gran Profeta 3”, lanzando con éxito misiles “Shahab
3B” de 16 metros de largo (basados en los chinos “No Dong”)
capaces de transportar hasta 2.000 kms. de distancia
(pudiendo alcanzar por tanto a Israel) una cabeza explosiva
de 1 tonelada (recordemos que los Shahab 1 y Shahab 2, con
tecnología Scud, solo tenían un alcance de 300 y 500 kms.
respectivamente).
¿Quién frustró el ataque israelí…?. Quien puede: los Estados
Unidos, negándose fundamentalmente a que la aviación hebrea
sobrevolase el espacio aéreo irakí. Actualmente y con el
presidente Obama en la Casa Blanca, el espectro de un ataque
a Irán parece alejarse en principio, al menos hasta el
desenlace de las próximas elecciones en el país que
coinciden, curiosamente, en el mismo día que las marroquíes,
el 12 de junio. Escaso margen de maniobra, pues disponiendo
ya Teherán en la práctica de combustible nuclear el paso
para obtener armamento atómico es muy corto. Y entonces
Occidente (no ya solo Israel) poco podrá hacer… Recuerden
los lectores la política de apaciguamiento con Hitler, tan
“éxitosa” en su momento, vendida por Chamberlain y Daladier…
Pues eso.
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