A veces, por no decir en la
mayoría de las ocasiones en las que me siento ante el
ordenador a escribir en mi cerebro, como si se tratase de un
m artillo pilón, rebota la frase que un gran amigo mío ya
fallecido, acostumbraba a decirme cada vez que nos
encontrábamos y nos poníamos a hablar.
Tú, Andrés, en este pueblo no llegarás más porque no sabes
vender tu mercancía. Y al decirte esto no trato, ni mucho
menos, aconsejarte que te vendas al mejor postor, porque se
que eres incapaz de aceptar nada de nadie, que te obligue a
perder tu independencia.
Esa independencia y esa humildad, tan característica en ti,
no te van a aportar nada ni tan siquiera un mínimo
reconocimiento, en este pueblo donde algunos venden hasta
los cuentos que nada más se creen ellos, hablando
reiteradamente de la grande cosas que hicieron a favor del
mismo y, para tocar la sensibilidad de las personas, la gran
ayuda que han prestado siempre a los más necesitados.
De ese cuento y de esa publicidad barata, han conseguido
trepar hasta donde se han propuesto, sin más méritos que el
saber contar, en determinados lugares y momentos, sus
grandes acciones en beneficio de de este pueblo. En pocas
palabras, querido amigo, han sabido vender la moto sin
motor, haciendo creer que eran auténticas maravillas.
Y así, una y otra vez, en cada ocasión en las que nos
encontrábamos, que era cada día. Y mi contestación siempre
fue la misma: Me da igual. Es algo que no me preocupa. Mi
problema, como tú bien dices, es que no se vender la moto.
Entre otras razones porque no tengo moto. Desde niño me
enseñaron a ser libre e independiente en todas mis acciones
y así voy a seguir. Nunca conseguí entender la actitud de
pelotas, lameculos y cuentistas. Como decía aquel: más vale
morir de pie que vivir de rodillas.
Por eso cuando, en algunas ocasiones, grandes personalidades
coinciden en decir algo que habíamos escrito mucho antes en
esta misma página de “EL PUEBLO DE CEUA”, me llena de
satisfacción el reconocimiento a un trabajo hecho bajo el
signo de la total independencia.
Hace mucho tiempo escribimos, en relación a las subvenciones
que se daban para la industria del cine, que antes de darlas
había que leer el guión y si éste no merecía la pena
denegarla.
El cine español pierde espectadores, cada año, por lo mala
que son las películas realizadas con dinero de todos los
españoles. Los temas siempre son los mismos, droga y
homosexualidad. Cosa de la que el público está cansado de
ver. De ahí que, incomprensiblemente para muchos, las
películas Torrente fuesen las más taquilleras, por la
sencilla razón que rompían la monotonía, siendo algo nuevo.
Y va, ahora, la señora ministra del asunto y dice, más o
menos, que para dar subvenciones, habrá que estudiar antes
el guión por si este es interesante de recibir esa
subvención. Gracias señora ministra, vale para apuntarme una
más. Y van…
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