Que por mayo, era por mayo /
cuando hace el calor / cuando los trigos encañan / y están
los campos en flor. Todo muy bonito, como cualquier poesía,
pero a ver si es verdad que llega el mes de mayo, el mes de
las flores, y se va a la… este tiempo que estamos
padeciendo, que ni esto es primavera ni nada que se le
parezca, y nos tiene los huesos hecho polvo.
Oiga, no se cómo estarán ustedes del asunto óseo, pero a mi
me duelen hasta los que tengo en la foto del carné de
identidad. Así que cada mañana me miro cómo está el asunto,
y en cuanto veo una nube, de esas graciosas que están sobre
la “mujer muerta”, me entran los temblores y me dispongo a
acordarme del tiempo y de toda su parentela.
No me cabe duda alguna, que muchas personas son unas
enamoradas del invierno, Vamos, que disfrutan en cuanto hace
su aparición sin contarte, serrana del alma mía, como
esperan la llegada de la nieve para practicar su deporte
favorito, lanzándose ladera abajo y vuelta a subir, esperar
una hora y, de nuevo, volver a salir disparado hacia abajo.
Deporte este, el de la nieve, que puede practicar todo
quisqui que, por supuesto, pueda coger las vacaciones en
esas fechas y tenga dinero para irse a un hotel, donde
entrar en calor hasta el día siguiente en que se volverá a
hacer cola para coger una silla o el teleférico y subir para
volver a bajar. Una jartá de divertido, para todos aquellos
que les gustan este deporte u lo que sea.
La mayoría de los que acuden, a las pistas de esquiar, son
persona humildes sin muchos euros en el bolsillo, que
aprovechan toda una semana en la blanca nieve, para estar
todo el año sin “blanca” Servidor, tengo que decirlo, la
única nieve que conozco es la del congelador del frigorífico
y, ahí, por mucho que intento practicar el deporte del
esquí, me es imposible meterme dentro. Y que conste que lo
intento cada día. Pero nada, no es posible. Lo más que he
conseguido, ha sido introducir un brazo y se me ha quedado
congelado.
Bueno, diciendo verdad, lo único que se ha quedado
“congelado” han sido los sueldos pues cada día la vida está
más cara, y no hay forma de conseguir otra congelación, que
los salarios del los “mileurista”.
Oiga, por mi santa, que estos salarios no hay forma de
“descongelarlos”. Y mira, que no hay ningún “mileurista” que
haya ido a la nieve, se va a la playa con la llegada del
verano, para tumbarse al sol, ponerse moreno y colocar el
salario donde más caliente el Sol, a ver si hay forma de
conseguir su “descongelación”. Pues nada, no hay forma, y
mira que el Sol caliente una enormidad en el mes de agosto.
A todos estos, que tienen los salarios “congelados”, son a
los que menos les gusta el invierno. Aman, con toda las
fuerzas de su alma, el verano, para que tumbados boca
arriba, durante un par de meses al año, sientan el calor en
sus fríos estómagos. Menos da una piedra, algo es algo.
A mi, personalmente y en persona, como podrán imaginarse, no
me gusta nada, pero lo que se dice nada, el invierno.
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