Estoy hablando con unos amigos, en
el Casinet, de temas relacionados con los PC’s, las consolas
de juego, las Play Station, etc. y sale a relucir el tema de
las descargas de Internet. Algunos de mis amigos, y yo por
supuesto, hemos hecho alguna que otra descarga de archivos
interesantes.
Ahora, para colmo del acoso capitalista furibundo, las
operadoras y la industria se meten a lidiar con el
intercambio de archivos en Internet.
Vamos a ver, ¿para que pagamos el canon a la SGAE por
comprar CD’s, DVD’s vírgenes; por comprar reproductores de
vídeo; por comprar cámaras… con ello los autores afiliados a
la SGAE se hinchan de ingresos extras y perjudicando a
quienes compran esos artículos sin destinarlos al comercio
ni para copiar ficheros, música ni vídeos (es la mayoría).
El pago del canon nos da derecho para copiar lo que queramos
porque nos han dado vía libre para ello, no se paga nada a
cambio.
Ningún derecho internacional ampara la decisión del grupo de
capitalistas formados por las operadoras y determinados
industriales de la cosa esa de la música para intervenir,
espiar y cerrar los sistemas de comunicación y de trabajo de
los internautas.
El sistema que utilizan, espiar a los clientes a través de
Spyware creados por las propias suministradoras de accesos a
la Red, es un acto criminal que debería ser penado, al
invadir totalmente la intimidad de la persona.
Que persigan a los que sacan provecho económico de las
descargas –vender los productos descargados- está bien
cuando sea atrapado y denunciado, pero atacar a niños,
jóvenes y adultos que descarguen un archivo, (por el que ha
pagado, pagará y seguirá pagando más que comprándolo en el
mercado a través del canon y servicios de la suministradora)
es un acto criminal que constituye un delito.
Si no quieren que descarguen ficheros, que anulen el canon
que pagamos y nos cobren por descargas realizadas, que para
controlar a los descargadores tienen mucha maña.
Nadie ni nada pueden impedirme que yo entregue copias de mis
discos favoritos de música a mis amigos; que deje libros;
que les “arregle” programas de ordenador…, lógicamente,
cuando uno compra algo, ese algo ya es de su patrimonio
personal y puede hacer lo que le de la real gana con ello.
Ni derechos de autor ni gaitas. Ya se pagaron esos derechos
al entregar dinero al vendedor al comprar la cosa.
O es que debemos estar pagando siempre al autor de una
huerta cuyas manzanas hemos comprado y hemos comido. No
vayan a decirme que el autor de esa huerta tiene menos
derechos que el autor de un escrito. Sus derechos se limitan
ante la empresa que vende sus artículos: ejemplo, libro
vendido = porcentaje recibido. Esos son derechos de autor y
no otra cosa.
Por otro lado, la mayoría de los contenidos en las redes de
descargas carecen de derechos de autor, ya que los
buscadores de los programas de descarga indexan el contenido
de la Red en los que también se ofrecen bajo otras licencias
como Creative Commons o Dominio Público. Por eso, las
entidades gestoras de derechos de autor no pueden exigir el
pago de retribuciones por las descargas que son, y deben
ser, ajenas al concepto de piratería.
La cultura de hacerse rica trabajando menos se ha aposentado
en esas personas, empresas u organismos que aspiran a
hacerse millonarios con la exigencia de pagar unos derechos…
siendo una contradicción por cuanto si yo hago un libro y
cobro por ello, no tengo derecho a exigir que me lo paguen
toda la vida sin vender nada.
Carpinteros, cerrajeros, escultores, pintores de brocha fina
y gorda… en fin todos los artesanos y artistas tienen ahora,
en caso de que el Ministerio de Industria apruebe las
peticiones de los capitalistas, la oportunidad de exigir sus
derechos porque todo el mundo pasan horas y horas admirando
su obra sin pagar ni un céntimo de euro, como por ejemplo
las estatuas de Hércules en el puerto de Ceuta… su autor
debería estar cobrando un canon por cada pasajero de los
ferrys que mirara las estatuas expuestas y los periodistas
tendríamos que exigir un canon por que los lectores se pasan
el periódico de mano en mano en los bares, peluquerías,
restaurantes …
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