PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - SÁBADO, 25 DE ABRIL DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Pedro Gordillo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Lleva ya muchos años recibiendo reproches, censuras, recriminaciones, etcétera. Le han llovido las desaprobaciones desde que empezó a destacar como dirigente del Partido Popular. Incluso los hay que, cuando se quedan sin argumentos para vituperarle, le recuerdan su pasado de cura. Como si el haber dejado los hábitos les concediera el derecho a oprobiarle de por vida.

Cierto es que el carácter decidido y fuerte de Pedro Gordillo facilita la tarea de quienes no le pueden ver ni en pintura. No cabe duda de que es hombre de armas tomar. Y, por si fuera poco, se muestra sanguíneo, optimista y extrovertido. Aunque tampoco podemos olvidar que es humano y al verse muchas veces sambenitado, le puede la introversión. Si bien ese estado es apenas perceptible porque le dura menos que un amén.

Días atrás, y no sé por qué razón, decía yo que había hablado con Gordillo, durante mis veintiocho años de estancia en esta ciudad, cuatro veces mal contadas. Y todas ellas fueron de una brevedad apabullante. Y, por si fuera poco, en una de ellas cometimos los dos el error de perder los papeles. Debido a ese estado emocional que suele salir a flote cuando menos necesario es.

Aquella discusión, tan sucinta como acalorada, fue causa de alejamiento entre nosotros. Mejor dicho: de hacer más patente aún las distancias que manteníamos. Que ni siquiera se redujeron cuando el presidente del PP tuvo a bien concederme una entrevista en la sede del partido.

Y, claro, en alguna que otra columna escribí de forma que se notaba bastante que mi impresión sobre él no era tampoco como para que me felicitara el santo. Hasta que por causas que no vienen al caso darlas a conocer, un día, de hace apenas nada, decidí hablar más con Gordillo (no, está usted equivocado; ese acercamiento carece de todo interés por mi parte. Pues yo suelo pagar mis copas, mis facturas cuando viajo, y no necesito, toco madera, pedir que me coloquen a alguien en el Ayuntamiento). Perdonen la digresión. Pero he creído conveniente hacerla para que nadie se llame a engaño.

Pues bien, dado que en un mes me he relacionado con el vicepresidente de la Ciudad más veces que en veintitantos años, he comprobado que éste en las distancias cortas es persona interesante. Por tal motivo, y metido con él en conversación la semana pasada, por causas de trabajo, le dije lo siguiente: Mira, Pedro, las personas a las que nada se les puede reprochar tienen, de todas formas, un defecto capital: no son nada interesantes. La frase no es mía, es de una actriz de cuyo nombre no me acuerdo ahora.

Y a Gordillo le dio por reírse. Con esa sonrisa que le hace entrecerrar los ojos y poner la boca en forma de O. Y se le humedecieron los ojos. Y se le escaparon varios sonidos de alegría. Y disfrutó del momento. Y afloró su exuberancia. Y en cuanto se normalizó la situación, comencé a preguntarle en corto y por derecho. Y me encontré enfrente a un hombre que detesta la cursilería. Que se proclama contrario al disimulo por sistema, y a la hipocresía profesional, y a la simulación permanente. Y, sobre todo, a decir que sí cuando piensa todo lo contrario. Lo que yo escribo son impresiones. Lo he dicho hasta la saciedad. Y éstas son las que obtuve en mi última charla con Pedro Gordillo. ¿Pasa algo?
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto