La Cámara autonómica vivió ayer uno de los mayores momentos
de sonrojo de los últimos tiempos y varios más del tono de
costumbre. El sobresaliente fue el que protagonizó el
Gobierno y la Secretaria General de la Asamblea cuando, a la
hora de votar una propuesta del consejero de Presidencia,
Pedro Gordillo, aparentemente intrascendente y condenada a
la unanimidad, la de conceder la Medalla de la Ciudad en su
categoría de Oro a la Policía Local, la portavoz socialista,
Inmaculada Ramírez, recordó a los presentes que para cumplir
tal trámite no servía la Sesión de ayer, sino que debía
convocarse una Extraordinaria y con este como único punto
del Orden del Día.
Hasta el superintendente, Ángel Gómez, que había ido de
uniforme a vivir el momento presenció en directo el
momentazo. Ramírez puede carecer de otros destellos, pero no
del trabajo y la dedicación. Ella fue la única (ni el
Gobierno, ni la Secretaría General, ni UDCE-IU, nadie) había
reparado en lo que dice el punto 4 del artículo 11 del
Reglamento para la concesión de distinciones honoríficas de
la Ciudad de Ceuta. Esto es: La Medalla de oro será
concedida por la Asamblea en sesión extraordinaria convocada
para este sólo efecto”. Cuando Ramírez lo dijo y la
secretaria general de la Asamblea, Dolores Pastilla, le dio
la razón subió la temperatura de la sala. Con sutileza Vivas
recordó a la técnico que lo decía ahora pero que no lo había
hecho antes. Después, Ramírez deslizó, con la aprobación
posterior de Ali, que era injustificable que el Gobierno no
cerrase formalmente los detalles de una de las tres únicas
propuestas que elevaba. Tras unos minutos de desconcierto en
los que Vivas barajó la opción de convocar un Pleno
Extraordinario inmediatamente después del Ordinario que se
estaba celebrando (como no estaban todos los diputados,
porque en ese momento faltaban nada menos que cinco, tampoco
era viable) se acordó que dicha Sesión especial será el
martes, antes del Debate sobre el Estado de la Ciudad.
Ramírez dio allí la de cal. Un par de horas después, la de
arena. A pesar de las peticiones de Vivas y el propio Ali,
que protestan pero siguen votando invariablemente a favor de
la urgencia de sus mociones, su Grupo y su partido siguen
empeñados en llenar cada Pleno de propuestas relacionadas
con un mismo tema (ayer fueron cinco de las siete que
presentó las que versaron sobre La Reina, Sidi Embarek y
alrededores). En la cuarta la consejera de Medio Ambiente la
pilló a contrapié.
Tras pedir más luminarias y una mejor evacuación de las
aguas pluviales para la zona Ramírez entró con la pista
polideportiva anexa a la promoción de viviendas protegidas
de Sidi Embarek. “Indignante”, “peligrosa”, “sin
equipamiento”... dijo la socialista. Y entonces, cuando
levantó el micrófoco, Bel la pilló en un aparente renuncio:
esa obra no es competencia de la Ciudad, sino del Estado,
para cuya Delegación trabaja el líder del PSOE, José A.
Carracao, que fue quien visitó el área hace días.
Apocada, Ramírez optó por retirar su moción. Fue justo antes
de que los diputados del PP y la mesa de la Cámara se
equivocasen hasta cuatro veces a la hora de votar una misma
propuesta y después de que socialistas y Populares se
acusasen mutuamente de “aburrir a un santo” con sus
respectivas peroratas. “Cada uno tiene derecho a defender su
causa”, terció Vivas: los primeros, su retahíla mociones
monotemáticas; los segundos, a escurrir en lo genérico cada
pregunta concreta.
Por la tarde, el asunto de la pista polideportiva volvió con
fuerza y el mismo desatino. A las 19.30 horas Carracao
compareció para decir, múltiples papeles en mano, que la
titularidad de la parcela de la pista no es del Estado, un
tema que Bel ni siquiera había tratado. Y que aunque lo
fuera es la Ciudad la responsable de la misma, y que no en
vano desde 2006 paga a través del ICD a la asociación de
vecinos 450 euros al mes por mantener la pista con un
convenio de por medio. El tema crecía por momentos. Tanto
que Carracao dijo que si Bel no sabía de lo que hablaba
estaba mal; que si se había equivocado estaba peor y que si
había mentido debía dimitir directamente. Y además, otro
dispendio económico de por medio. Casi nada.
Media hora después, en declaraciones a este periódico,
García Castañeda explicó el asunto: Sidi Embarek disponía de
una pista que fue cortada por la mitad por la empresa VIAS,
contratada por el Estado, para construir un vial en el marco
del proyecto de Loma Colmenar. A cambio, la compañía se
comprometió a habilitar otra pista, aunque con otra
orientación. Hormigonó una parte y valló la zona hasta que
concluya la obra anexa “acertadamente”, según la Ciudad, que
espera a que se termine el vial para que VIAS acometa el
adecentamiento definitivo de la pista. “Hay tantos temas
importantes que esta es una polémica absurda”, razonó
Castañeda.
Por la noche, el PSOE insistió: “La obra no ha comido nada
de la pista”. Pero, preguntados, los vecinos dieron la razón
a la Ciudad.
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