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OPINIÓN - DOMINGO, 19 DE ABRIL DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Licenciados y periodistas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Escribir diariamente es muy difícil. Sí, ya sé que no es la primera vez que lo digo en este espacio. Y que ésta tampoco será la última. Elegir un tema y desarrollarlo es tarea que no está al alcance de cualquiera. Y mucho menos seis días a la semana. Y más si hay que contar, cantar e interesar a cierto número de lectores deseosos de que se les hable, por encima de todo, de asuntos locales. Y si no se consigue la atención necesaria, los editores no son tontos ni regalan nada.

Así que no hace falta ser un lince para comprender la mucha bilis que deben almacenar algunos de los que, siendo licenciados en periodismo, llevan años y años haciendo sólo información. A esa clase de licenciados los he visto yo llegar a la redacción hartos de hacer siempre lo mismo y lamentándose de haber estudiado una carrera de la que reniegan a cada paso y por diversas circunstancias.

En ocasiones, si el momento era propicio, yo me atrevía a indicarles, a muchachos tan aburridos, que estaban en la mejor disposición para hacer sus pinitos en la columna de opinión. Que era el periodismo que se había impuesto por excelencia con el paso de los años. Y no sólo en países como España, Francia e Italia. Sino que también la tradición anglosajona, por ejemplo, que siempre prefirió la noticia escueta y el tono objetivo en los comentarios sin firmar, ejercicio de fariseísmo e hipocresía, estaba acercándose al llamado modelo latino, o mediterráneo, vaya usted a saber.

Porque los dueños de los tabloides habían llegado a la conclusión de que la mayor parte de la sociedad se enteraba de las noticias por la radio y la televisión, y buscaba en los periódicos, cada vez más, opiniones y reflexiones. Y además los lectores mostraban mucho más interés por esas columnas en las cuales figuraban la cara del columnista, lejos del anonimato y la cobardía, para poder disentir con un rostro visto a diario.

Ocurrió que muchos que se ocultaban bajo la fórmula de la impersonalidad no tuvieron los mismos arrestos a la hora de quitarse la máscara, y los editores hubieron de echar mano de quienes sí eran capaces de hacer la columna con rostro y con agallas. Que eran periodistas. Porque periodistas son todos los que escriben en periódicos. Aunque no sean licenciados en periodismo.

Discusión que ya se mantuvo en Bruselas, allá por 2002, y donde los empresarios británicos dijeron muy claro que ellos estarían siempre dispuestos a contratar a quienes escribieran bien la columna. La cual consta de letra impresa y mala leche (Umbral). Pero dado que en ese menester no destacaban los licenciados, cada día les era más difícil ofrecerles empleo.

El título de licenciado en periodismo no concede el derecho a escribir bien. De ser así, España estaría repleta de genios de la pluma. Los mejores periodistas, sobre todo los de opinión, han sido autodidactos. Y algunos obtuvieron el carné de la manera que hasta hace poco se lograba. No sé si aún existe esa vía. Pero sí sé que los hubo que nunca quisieron hacer uso de ella. Para ser columnista no hace falta tener ningún título. Si bien es necesario saber transitar la calle y entenderse con la gente. Olvidándose de la mesa de redacción, de estar colgado al teléfono por sistema, y de ir cada mañana a recoger la boleta oficial al ayuntamiento.
 

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