En verdad no sabía que nombre
ponerle al niño, así que ahí queda un titular que da para
mucho. El asunto tiene que ver, de entrada, con el Sáhara
Occidental y de salida… con Ceuta, Melilla, Canarias y por
qué no hasta Al-Andalus (perdone el amable lector, Comunidad
Autónoma Andaluza quería decir) o, incluso, hasta las
antiguas tierras ibéricas bajo control de las dinastías
beréberes de Almorávides y Almohades. No se me rían… porque
es peor.
El eminente sociólogo palaciego Mohamed Cherkaoui, autor de
un reciente libro sobre “El Sáhara, vínculos sociales y
retos geoestratégicos” con el que Rabat intenta explicar su
anexión del Sáhara Occidental en 1975 tras la valiente
“Marcha Verde” (con las mujeres y niños delante pues, como
luego explicaría con su habitual cinismo el sátrapa Hassán
II, “yo sabía que el ejército español no iba a disparar
contra ellos”), aduce que (copio a la MAP quien sigue a la
agencia EFE) “el estudio de 30.000 actas matrimoniales
formalizadas en el Sáhara ante los adules por las personas
nacidas antes de 1975 confirman las vínculos de la población
de esta región con Marruecos”. Cherkaoui, barriendo sin
rubor para casa, añade: “La libre voluntad de los
contrayentes matrimoniales es el mejor ejemplo del deseo de
convivencia y el mejor indicador de integración social”,
pues pese a las “fronteras coloniales, los matrimonios
exógamos de los saharauis que tuvieron lugar durante la
colonización española, se llevaban a cabo con otros
marroquíes en particular saharauis”. No se me rían… porque
es peor.
Es una pena que Rabat, de forma interpuesta a través de
Cherkaoui pierda una vez más la oportunidad de explicar, sin
formato de panfleto, su postura y razones para aferrarse a
las “Provincias del Sur”, planteamientos que ciertamente
muchas veces han sido soslayados particularmente en España y
que habría que escuchar. Pero de ahí a sostener que el
matrimonio islámico ante un adul (notario) marroquí
confirmaría la “marroquinización” hay un trecho. Me indigna
particularmente esa “libre voluntad de los contrayentes” de
la que presume Cherkaoui… La misma “libertad” de los
ciudadanos musulmanes de Ceuta que, por un sinfín de
enrevesados vericuetos, son inducidos por Marruecos para
casarse ante un adul de Tetuán o Tánger, pues Rabat no
admite otra fórmula. Y, “mutatis mutandis”, el razonamiento
de Cherkaoui sobre el matrimonio de los saharaouis sería
perfectamente extrapolable (¡lo será en su momento!) a los
musulmanes de Ceuta y Melilla… cuando finalmente Rabat
presente su órdago de anexión de ambos enclaves españoles
(hoy Ciudades Autónomas) en el Norte de África. Rabat tiene
una estrategia clara al respecto, en la que las coordenadas
temporales (salvo “apretones” coyunturales de política
interna) poco cuentan. Por lo demás, el concepto de tiempo
nuestro (de los occidentales) y el de ellos (de la cultura
islámica no es el mismo. ¿Los ciudadanos musulmanes de Ceuta
y Melilla…? Pues ya saben lo que hay, que vayan pues
actuando en consecuencia asumiendo sus posiciones -y
consecuencias- en cuanto a su acta de matrimonio coránico… y
el consiguiente y obligado CIN (documento de identidad
marroquí). O aquí… o allí. A las duras y a las maduras. Y no
se me rían… porque es peor.
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