Que el presidente de la Ciudad
acapare diariamente la atención de todos los medios es lo
habitual, o acorde con la costumbre. Máxime en una ciudad
generadora de pocas noticias. Y, sobre todo, cuando la
mayoría de éstas proceden de la ‘Casa Grande’. Que es como
Juan Vivas gusta de nominar al Ayuntamiento.
Como también es normal que en tertulias, corrillos y
mentideros, ya sea por hache o por be, se analice la forma
de ser del presidente y cómo ésta repercute en sus
actividades como principal dirigente político de esta
ciudad.
En bastantes ocasiones, y tal vez para combatir la cantidad
de halagos que nunca cesa de recibir Vivas por parte de sus
conciudadanos, la conversación acerca de él propicia que
algunos digan que su discurso es débil, excesivamente
centrado y ajeno a los principios y valores de la derecha
española.
Y hasta se ha comentado –y se comenta-, no pocas veces, que
se entiende mejor con los socialistas que con los propios.
Opinión expresada por todos los que no quieren percatarse de
que en la Delegación del Gobierno residen delegados
socialistas desde hace casi seis años.
Y que gracias a esa moderación de Vivas, a su equilibrio y
prudencia, sosiego y buenas maneras, ha conseguido que sus
relaciones con los delegados del Gobierno -Jerónimo
Nieto, Jenaro García-Arreciado y, más aún, con José
Fernández Chacón- hayan sido muy buenas y beneficiosas
para tramitar todo convenio con el Gobierno de España.
Lo escrito se me ocurre mientras veo la fotografía que
ilustra la primera de nuestro periódico, en el día de hoy.
Ayer para ustedes. Una imagen que nos muestra lo que va a
terminar en un abrazo entre Beatriz Corredor,
ministra de Vivienda, y el presidente de Ceuta.
Es un instante en el cual queda expresado perfectamente que,
al margen de todo convencionalismo, existe por parte de la
ministra un deseo ferviente de demostrarle a Vivas que está
encantada de volverle a ver. Que tiene de él, sin duda, el
mejor de los conceptos. Y que se siente muy satisfecha de
recibir en su despacho a quien le ofreció en Ceuta un
tratamiento exquisito.
Es lo que nunca ha entendido, ni creo que ya entienda,
Juan José Imbroda, presidente de Melilla. Y no será
porque Mariano Rajoy, más vale tarde..., no haya
aireado, con el fin de que se empapen los suyos, que quienes
se instalen en las ensoñaciones políticas o ideológicas,
sean o no de salón, corren el grave peligro de alejarse de
la gente. Porque la gente no quiere perder el tiempo en
prestarle atención a ningún debate ideológico.
Porque a la gente sólo le interesa saber situaciones sobre
su empleo, y qué político puede arreglar sus problemas. Y,
por tanto, desean que el presidente sea un hombre normal que
viva preocupado por los asuntos que convienen a la gente
normal.
A las gentes normales de Ceuta, sin duda, les interesaba que
el presidente ceutí y la ministra de Vivienda, firmaran
cuanto antes el convenio del Plan de Vivienda 2009-2012. Y
allá que se fue el presidente a Madrid, con el consejero de
Hacienda, para ponerle firma al acuerdo. Pero llegaba
convencido de que las buenas relaciones con los socialistas
habían allanado el camino. Vivas lleva mucho tiempo actuando
como proclama Rajoy.
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