Por muchas vueltas que le queramos
dar, a pesar de toda la modernidad que hemos alcanzado,
seguimos siendo un país de pandereta, anteponiendo en los
medios de comunicación la posible separación de Belén
Esteban a asuntos de una en enorme trascendencia para el
pueblo español, como es el tratar de buscar soluciones para
salir de la crisis que estamos padeciendo y que está
llevando a miles de españoles, cada día, a la tragedia del
paro.
Cómo es posible que todas las revistas sea portada de su
posible separación, y la mayoría de las cadenas de
televisión, lleven a esta señora a contar las mismas cosas
que viene contando desde que tuvo una hija con Jesulín de
Ubrique, como si no hubiese en España cosas más importantes
que resolver.
Bueno, en caso de la suprema gilipollez, hay hasta quienes
dicen, de esta señora, que es una estrella. Por no hablar de
aquellos otros que la llaman “la princesa del pueblo”.
Siento decirlo, y me duele en el alma escribirlo pero, sin
duda alguna, seguimos siendo un país de pandereta.
Cualquiera de las dos denominaciones que hacen de esta
señora, estrella o “princesa del pueblo” es un insulto a la
inteligencia de todos los españoles.
Y uno, ante todas estas cosas, se pregunta qué es lo qué ha
hecho esta señora, para haberla hecho millonaria y
convertirla en una “estrella” de la televisión, según algún
que otro pamplinas ganado más, al parecer, que el mismo
presidente del Gobierno. Esto no es para tomárselo a bromas,
porque a bromas y cachondeo se lo toman los extranjeros, al
enterase del asunto. Esto es, simple y llanamente, para
llorar.
Su gran colaboración a este mundo mundial, de este país, ha
sido el haber tenido una hija con un torero y contar, día sí
y día no, las cosas que le han venido ocurriendo, desde que
el torero le dio puertas. Cosa que no es a ella la primera
que le ocurre, pues mujeres que han tenido hijos y las han
dejado abandonadas las hay a miles en cualquier lugar de la
tierra. La diferencia es que ninguna de ellas, han ido a
alguna cadena de “las teles mierdas” a contar sus aventuras
y desventuras desde que fueron abandonadas.
Y lo mejor de todo, que ninguna de ellas ha estado sentada
formando parte de una tertulia televisiva, subiéndose a cada
momento las tetas y diciendo “¿me entiendes?”. Bueno hay que
decirlo todo, ninguna de ellas han dicho la frase “Andreita,
¡coño!, comete el pollo!”. Dos frases únicas para enmarcar
como ejemplo del bien hablar el idioma de Cervantes.
Naturalmente, a ninguna de esas otras mujeres que tuvieron
hijos y fueron abandonadas, se les ocurrió ir a Tenerife a
sus carnavales y hacer el ridículo tratando de imitar a
Madona. ¡Que gran interpretación, en los carnavales de
Tenerife, realizó esta “estrella”!. Desde luego es para
reclamar, ante la academia del cine de los americanos de
América, con una gigantesca manifestación, por no haberle
concedido el Oscar a su maravillosa interpretación.
Claro que mientras existan personajes como Belén Esteban, a
los que dedicar portadas de revistas y espacios televisivos,
no se hablará de otra cosa. ¡País!
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