Mañana caliente, por el sol y
otras cosas, calles inundadas por la plebe infantil camino
de la escuela, muchos acompañados por los progenitores y
otros más sueltos.
Chica joven que entra en la sucursal de una entidad bancaria
con el objeto, es un suponer, de retirar dinero del cajero
automático. Chico inmigrante, alto y flaco, que comienza a
colocarse un pasamontañas, entra en la entidad bancaria y
agarra el pequeño fajito de billetes de banco que
representan al euro y que la chica acaba de retirar del
cajero automático, da un tirón y arrojando a la chica al
suelo sale a todo gas.
Chica que chilla destrozando los oídos de las personas
cercanas a ella. Señor mayor, representante de la tercera
edad más avanzada, se interpone en el camino del chico
inmigrante, alto y flaco, que comienza a quitarse el
pasamontañas con el objeto de impedir su fuga. Tremendo
puñetazo que le destroza la nariz al señor mayor,
representante de la tercera edad más avanzada, y que le hace
caer de espaldas al duro pavimento de losetas.
Señor de mediana edad, apostado al lado del semáforo en
espera de poder cruzar la avenida, que se da cuenta del
altercado y decide adelantar su pierna derecha en el momento
que pasa a toda velocidad el chico inmigrante, alto y flaco,
que tropieza con ella y cae, cuan largo es, de la acera a la
calzada.
Mujer con un pie en la juventud y otro en la madurez que
conduce un potente BMW y se acerca a mediana velocidad al
lugar de los hechos y que se lleva un tremendo susto al ver
tirarse en plancha a un individuo que la hace frenar en
seco, con lo que se da un buen golpe con la parte superior
del volante en todo el morro. No llevaba el cinturón.
Chico inmigrante, alto y flaco, que siente como su tórax da
la impresión de reventar a causa del tremendo topetazo
contra la dura calzada de la avenida y que se levanta raudo,
tras unos segundos de desconcierto y desorientación, y
vuelve a poner la directa para largarse definitivamente del
lugar batiendo la plusmarca mundial de los 100 m, de los
1500m y de los 8000m. Llevándose como premio unos cuantos
billetes de euros.
Chica joven, que sigue chillando hasta ensordecer a los
sordos, en un estado de agitación que ya resulta escandaloso
porque enseña las bragas de manera tan abierta y clara al
patalear hacía arriba, desde el frío enlosado, su rabia y a
causa de la adrenalina soltada.
Señoras que pasan atraídas por los chillidos y que comentan
lo desvergonzada que es esa chica que enseña eso. Otras
personas, la mayoría hombres, se acercan a la desgraciada y
tratan de consolarla cariñosamente, tan cariñosamente que no
apartan los ojos del punto central de las bragas.
Todo el mundo se ha olvidado del chico inmigrante, alto y
flaco, que estará ahora a kilómetros del lugar de su
actuación.
Ambulancias que aparecen por los tres costados de la zona y
que se paran ante la chica, una, y ante el señor mayor,
representante de la tercera edad, que anda tumbado en un
rincón de la acera con la sangre manando a borbotones de su
machacada nariz, la otra.
Policías que aparecen cuando el chico inmigrante, alto y
flaco, está desayunando un bocadillo de atún, pagado con
dinero de una pobre chica derribada en el duro pavimento y
chillando de manera desaforada y con las bragas ventilándose
de manera extraordinaria.
Gente que, ante la aparición de la policía, ponen cara de
póker y afirman que desconocen los hechos porque han llegado
mucho después… ni uno dice ser testigo del caso, a pesar de
que muchos estaban dentro de la oficina de la sucursal de la
entidad bancaria.
Director y empleados de la sucursal de la entidad bancaria
que afirman no haberse percatado del suceso al ocurrir éste
fuera de su oficina…
No pasa nada, señores, no pasa absolutamente nada, es uno de
los miles de incidentes callejeros que suelen ocurrir, con
más frecuencia de un tiempo a esta parte, en nuestras
ciudades y pueblos que no merecen siquiera dos líneas en la
prensa. Ver para vivir, eso sí.
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