Me preguntaban, los otros días, si
creo en la política y en los políticos. Sinceramente no creo
en ninguna de las dos cosas, ni en la política ni en los
políticos, sólo creo en las personas por su forma de actuar,
desde el cargo que han alcanzado, realizando la labor que se
les ha encomendado.
Unos aciertan más y otros aciertan menos, dependiendo de su
forma de ser y actuar desde ese cargo que ocupan. Y son esos
aciertos o desaciertos los que me permiten juzgar sus
actuaciones, no como políticos, porque políticos de verdad,
se pueden contar con los dedos de una mano y sobra dedos
sino, simple y llanamente, como personas que realizan una
buena o mala labor desde el puesto que ocupan en la
sociedad.
Basta echar una simple mirada a tiempos pasados hasta
nuestros días, y nos encontraremos, sin lugar a duda alguna,
a esos señores que se hacen llamar “nosotros los políticos”,
sin tener ni la más remota de las ideas de qué es la
política y el ser político.
Con la llegada de la democracia aparecieron, como por
encanto, una serie de personajillos, arrivistas y en
ocasiones medio analfabetos, que llegaron a ocupar puestos
de mando en esta sociedad ceutí, por el enorme
desconocimiento que se tenía de lo que es la democracia,
dándoles sus votos a esta fauna de personajillos, que como
en el chiste “jamás la habían visto más gorda”.
La mayoría de esos arrivistas, medio analfabetos, en cuanto
fue avanzando la democracia y el pueblo se enteró de qué
iban y para qué valían sus votos, fueron desapareciendo no
sin antes haber hecho las diez de última en su propio
beneficio, sin aportar nada que pudiese beneficiar al
pueblo. A ese pueblo, al que su desconocimiento, le había
llevado a darle sus votos para que gobernasen.
Con este panorama y viendo en las manos que había caído mi
tierra, puede alguien decirme que debo creer en los
“políticos” o al menos en esa fauna de politiquillos del
tres al cuarto, arrivistas de medio pelo, cuyo mayor
conocimiento de la política, es que la palabra empezaba por
“p”.
La cosa, a pesar del paso del tiempo, y de que la mayoría
del personal se va enterando de qué es y significa la
democracia, aún experimentando algún cambio, no lo ha hecho
totalmente y seguimos teniendo, en cada pueblo de España, a
una serie de “nosotros los políticos”, que no han hecho
olvidar a aquella otra fauna de arrivistas y medio
analfabetos que llegaron a tener poder en aquellos inicios
de la democracia.
El día que desaparezca por completo esa fauna de arrivistas
sin conocimiento alguno de qué es ser político y podamos
votar en listas abiertas, dándole cada uno de nosotros,
nuestros votos a aquellas personas que en realidad
consideremos lo suficientemente preparadas para conseguirnos
una vida mejor, luchando por los intereses generales de un
pueblo y no por los intereses particulares, ese día habré
empezado a creer en la política y en los políticos, porque
alcanzaremos lo que entiendo que debe ser la auténtica
democracia. Mientras sigo esperando.
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