¡Qué paz!, ¡Qué tranquilidad!,
encuentra y recibe uno cuando se sienta en el sillón de su
despacho frente al ordenador y encima del teclado. Lástima
que el tiempo no acompañe y ponga difícil la cosa de la
siesta en la tumbona de la terraza.
Dentro de esa paz y tranquilidad leo las noticias que corren
por el mundo, sobre todo las referentes al tema ese de la
religión aprovechando el tema de la Semana Santa del país.
No está mal el manifiesto que han hecho público los más de
trescientos teólogos sobre la situación de la Iglesia
Católico en la actualidad. Ello me hace dar el paso de
hablar con Jesús en un intento por esclarecer el entuerto
religioso.
Satanás, con el que he estado jugando a las cartas anoche,
me dijo, mientras se sacaba una carta de la manga, que él no
tenía arte ni parte en la situación de la Iglesia, que ese
lío se lo ha montado ella solita sin necesidad de su
intervención ni siquiera de lejos. Le creo.
Hablo con Jesús y lo primero que le indico, más bien
reprocho, es de qué le ha servido sacrificarse por la
humanidad. Me mira con cara de ausente y se encoge de
hombros. Insisto en el sacrificio, le digo que si ponerse en
la cruz ha servido para que el cristianismo, a lo largo de
los siglos, demostrara tener más de Satanás que de Dios. Me
pregunta por qué digo eso y le hago una extensa explicación
de lo que fue y es la religión. Una religión que usa su cruz
para matar a sus semejantes –desde las Cruzadas, la
Inquisición hasta la Guerra Civil- por imponer la fe en el
mundo por la fuerza no tiene capacidad moral para prohibir
otras cosas. ¿De qué le ha servido el sacrificio? Si su
religión ha utilizado las armas metidas en la boca para
imponerse. Me pide que no diga tonterías… tonterías, sí, si
contáramos la estadística de muertos por el Catolicismo
desde que éste se creó; las matanzas bajo el amparo del
Santo Grial; el profundo desprecio de la mujer con quemas
populares –inicio de las Fallas- de aquellas a las que
condenaba por supuestas brujerías; los cambios que realizó,
realiza y realizará “su” iglesia con imposiciones de rígidas
y retrógradas normas, en la actualidad, que chocan
abiertamente con el talante actual del ser humano en pleno
siglo XXI…
¿De qué le sirvió el sacrificio si la gente idolatra figuras
que no tienen nada que ver con él? ¿De qué le sirvió crear
un imperio que se apropia de todo y de todos sin rubor
alguno y con el cinismo por bandera?
La prensa, tanto nacional como local, ha gastado tiempo,
dinero y papel en repetir año tras año crónicas y artículos
sobre la Semana Santa cuando en realidad eso no es más que
la adoración a la idolatría, cosa que está prohibida por la
mismísima Biblia, y además los supuestos feligreses que
lloran a moco tendido cuando no pueden sacar los pasos,
debido a las inclemencias del tiempo, son unos redomados
hipócritas que nunca cumplen los supuestos mandamientos del
Dios que ellos dicen adorar.
El cinismo de la Iglesia queda patente al consultar
documentos muy antiguos que atestiguan que la Semana Santa
es en realidad las Fiestas de Primavera que la Iglesia se
apropió indebidamente, tanto como la de San Juan, que en
realidad es la Fiesta del Solsticio de Verano y el clímax
del cinismo está en la postura contra el aborto cuando
tienen en su conciencia millones de muertos que no eran
embriones sino personas hechas y derechas.
Se meten contra el sexo en todas sus formas cuando ellos lo
practican de manera clandestina y van dejando hijos por ahí
y por aquí, por no escribir de las prácticas de hedonismo,
frecuente entre ellos.
Bueno, no es que Jesús se quede abochornado, es que no
comprende cómo ha llegado a crearse esa situación si en
realidad lo que el pretendía era otra cosa muy distinta,
además afirma que el no se ha sacrificado, nunca, por la
humanidad… una parte de la humanidad lo ha sacrificado a él
por defender una creencia que no tiene nada que ver con la
religión católica. Él era judío.
En fin, por si las moscas, mañana iré a confesar. Más
cinismo no puede caber.
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