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OPINIÓN - JUEVES, 16 DE ABRIL DE 2009

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Último trimestre
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Es como vemos ahora el año escolar, dando los últimos coletazos. Las vacaciones de la Semana Santa terminan y un trimestre corto, comienza el lunes.

Y he dicho corto, porque aquí entre viaje de estudios “oficial” para el curso que por sistema se ha fijado y entre los preparativos para la Selectividad, en el último curso del Bachillerato, al llegar estos momentos se dan situaciones totalmente irregulares, en unos casos por la ilusión de ese viaje al extranjero, el primero en la vida de muchos y en otros por los agobios de prepararse bien para su siguiente etapa, con lo que los días más que correr vuelan.

Son dos meses escasos hasta la Selectividad y aquí, en estos dos meses, hay muchos que se están jugando todo lo que va a ser su futuro. Eso no se debe olvidar.

La Selectividad, lo he dicho en mil ocasiones, no es nada difícil si esos chavales han llevado los cursos medianamente bien y si a la hora de las pruebas no se dejan llevar por la presión, pero todo eso, creo que fácil y mal planteado desde el principio, viene haciendo, año tras año, que unos estudiantes pensando en lo que pueden o quieren hacer tras estas pruebas, preferirían que este tiempo, estos dos meses, desaparecieran del calendario y saltara el tiempo desde hoy hasta el 25 de junio, por ejemplo.

Si las prisas no son buenas para nada, yo digo con frecuencia que sólo son útiles para los malos toreros y para los ladrones, para los estudiantes que tienen que hacer la Selectividad son peores todavía.

Al haber pasado, aunque hace casi medio siglo, por esas circunstancias, podemos comprender la tensión y la preocupación, pero eso no es válido. Eso no se logra o no se pierde en estos dos meses, todo ello se ha ido fraguando desde septiembre, al menos, de 2007 para los que van a terminar ahora, y en ese tiempo ya hubo ocasión, mejor dicho ocasiones, para haber pensado que posiblemente se exija cierta nota para la carrera que uno va a intentar hacer, y esa nota no se logra en tres semanas.

Y ya que hablamos de notas, ese número cerrado, que tan poco me gusta citar, es posiblemente lo menos malo para evitar avalanchas de entrada en ciertas facultades, que luego en los cuatro meses siguientes podrían quedar libres muchas de sus plazas.

No sé si es lo más democrático o lo más progre el que existan plazas limitadas de entrada, pero no debemos olvidar que donde existen esas limitaciones es donde luego las exigencias son más duras y donde lo más normal, con sus correspondientes excepciones, es que los que llevan una buena base puedan asentarse mejor que aquellos que podrían haber entrado por la puerta falsa. En eso de la buena base está el que en determinadas facultades no haya “barra libre” para todo aquel que intentara algún tipo de experimento que a él no le iba a ser útil y a todos los demás nos iba a costar un riñón.

Volviendo, pues, a lo que es el final de curso, no a todos los profesores, que impartimos clases a alumnos del último año de Bachillerato, nos agrada la hora final esta, porque siempre, en los casos que se queda alguien en tu disciplina para otro momento, puede surgirte el problema de conciencia sobre si has cerrado una puerta hacia el futuro a alguien que, puede no haber rendido más por razones ajenas, incluso, a la propia clase.

Esto no es fácil, ni agradable para casi nadie.
 

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