Llevo mucho tiempo sin decir ni
pío de las mujeres que forman parte del Gobierno presidido
por Juan Vivas. Es verdad que a veces les doy vida en
la Miscelánea semanal, pero no es suficiente. Al menos así
lo piensa quien me recuerda que últimamente las tengo
abandonadas.
Mi interlocutor, además de refrescarme la memoria al
respecto, me hace saber que los hay que dicen que incluso
Mabel Deu, consejera de Cultura, parece haber caído en
desgracia ante mí. Puesto que hace una eternidad que no me
refiero a ella. Que no le presto la menor atención. Es
decir, que no le hago el artículo que daba alas a las malas
lenguas para airear que yo me bebía los vientos por todo lo
que hacía y decía ella.
Todo tiene explicación; y, en el caso de la señora Deu, lo
único que he hecho es respetar que ha pasado por momentos
donde se ha visto obligada a prestarle suma atención a su
salud. Que es lo más importante que tenemos. Y de lo que
solemos darnos cuentas cuando carecemos de ella.
De cualquier forma, me consta que la consejera de Cultura
necesitaba bajar el ritmo de vida que llevaba. Y por tal
motivo, tampoco he creído conveniente motivarla desde este
espacio. Pues intuía que, después de meterse en el
berenjenal de aquella consulta sobre si celebrar o no una
corrida de toros en el día de la Ciudad, lo más conveniente
era dejarla descansar. Otorgarle el reposo debido. Imbuido
siempre de la esperanza, eso sí, de que vuelva, más pronto
que tarde, a mostrarse telenda.
Ambiciosa y convencida de que está en sazón, o sea, que se
recrea con agrado en su madurez, veo yo a Yolanda Bel.
Esa es la impresión que me ha dado cuando la he visto actuar
en actos recientes. Es verdad que le ha costado lo indecible
serenarse como portavoz del Gobierno. Pero lo ha logrado.
Nunca es tarde si la dicha... Y además, dice quien dialoga
conmigo, su silueta es de cinco rombos.
Me hago el sordo y paso a referirme a la siguiente
consejera. En este caso, me toca hablar de Adela Nieto.
De quien dije, creo que fue el domingo pasado, que
aparentaba fragilidad. Pero que no le arrendaba las
ganancias a quien osara confundirse con esa apariencia y
decidiera pasarse con ella. Porque la consejera de Sanidad
es mujer de carácter y con dotes políticas suficientes para
ir ganando puntos sin solución de continuidad. A mí, al
menos, me parece que es así.
De Celinia de Miguel, viceconsejera de Medio
Ambiente, apenas he dicho nunca nada. Pese a saber que es
persona de crédito, responsable, y capaz de borrarse, cuando
no conviene que aparezca, en primera línea.
Carolina Pérez lleva tantos años en el machito del
poder que uno se imagina que habrá tenido tiempo de aprender
a no hacer lo que no debe. Aunque reconozco que hace ya
varios años que decidí perderle la pista a la Consejera de
Bienestar Social. Pues la señora cambió de carácter de la
noche a la mañana y a mí me dio por no acordarme de ella.
Tiempo ha tenido de rectificar.
Con Rabea Mohamed Tonsi jamás cruce palabra alguna.
Y, por último, me queda referirme a Kissy Chandiramani
Ramesh, licenciada por la Sorbona. Pero que ni pincha ni
corta. También ha podido dar más de sí. También le ha
sobrado tiempo...
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