A veces me da la tentación de
contar algunas de la historias de este pueblo, con sus
personajes y personajillos incluidos. Si no lo hago no es
por temor a nada ni a nadie, simplemente porque, al
contarlas, me impediría que viera la luz mí novela “El
Circulo”. Y eso no me lo perdonaría en la vida porque, en
ella, está toda la historia de esta tierra y de sus
personajes y personajillos, como hicieron sus fortunas, y
donde llegaron años después a ocupar lugares importantes en
la sociedad ceutí.
Nunca escribo, sobre nada ni sobre nadie, sin tener pruebas
que valen todo cuanto escribo. Algunos de esos
personajillos, que a pesar de su dinero no consiguieron
encontrar sitio en la sociedad ceutí, esa que se lo cogía
con un papel de fumar, hasta muchos años después porque, en
esa época de “señorío”, se movían en sus asientos y echaban
bellotas. Cosas de la vida.
Aquella época de mi niñez, donde mí padre se tenia que
quitar la boina cada vez, que por su lado pasaba don fulano
o don mengano, me removía las tripas y fue lo que me decidió
a investigar las vidas de esos don fulanos y don menganos
llegando a la conclusión, después de conocer la realidad de
sus vidas, que el único don que existe es el don del
algodón.
Años de trabajo, años escuchando a los más viejos del lugar,
aquellos que como mi madre llegaron en una barcaza a Ceuta,
cuando Ceuta era un penal y los presos estaban por las
calles ganándose algunas pesetas o reales, de aquella época,
haciendo diversos trabajos. Pues todos esos años, y todas
esos cafés que me he bebidos con mis viejos, junto a los
documentos que obran en mí poder, es lo que me han llevado a
escribir esa novela, poniendo a todos esos personajes y
personajillos en el lugar que les corresponde.
Cuando decida que ha llegado la hora de que mí novela vea la
luz, muchos de ustedes se asombrarán e incluso llegarán a
dudar de la veracidad de la historia de más de uno de estos
personajes y personajillos. Pero todas las dudas quedarán
disipadas, porque los documentos aportados, no dejarán duda
alguna, sobre todas y cada una de esas historias. Historias
tan reales como la vida misma.
Si hay algo que en mi tierra ha primado por encima de todo,
han sido los apellidos. Los apellidos han sido el aval que
les ha dado a algunos la oportunidad de ser alguien en la
vida social ceutí, aunque su preparación fuese muy
deficiente, pero bastaba que su apellido fuese ligado a una
de esas familia de alto abolengo, para que no se le pidiese
nada más a la hora de ocupar un puesto de importancia.
Hoy día, siguen existiendo esos “hijos de papás”, que se les
mueve y echan bellotas por todos los poros de su cuerpo, que
sin mayor preparación que ser unos analfabetos, vividores de
los millones de papás, se permiten el lujo de juzgar la
capacidad intelectual de los demás. Manda…la cosa.
Si estos “hijos de papás” no tuviesen los millones de papás,
que también sabemos de dónde les vienen, seguro que estarían
repartiendo propaganda de algunos establecimientos. No me
dan pena, me dan asco, que unos analfabetos totales, se
permitan el lujo de juzgar la capacidad de un intelectual.
Adiós, tú
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