El fin de la Semana Santa trajo
como consecuencia, ayer Domingo de Resurrección, la visión
del transcurrir en Ceuta de una tradición de calidad, de
arte y de elevado seguimiento auspiciado en buena parte por
el menor movimiento de ceutíes en tiempos de crisis, y por
la llegada de otros tantos para sustanciar sus jornadas de
mini vacaciones; y todo ello sin desdeñar el de otros muchos
miles que fueron concentrándose paulatinamente en el puerto
de Algeciras en la ya célebre operación retorno ceutí tras
el puente de Semana Santa.
Con la ciudad funcionando a medio gas como consecuencia de
este parón festivo, la próxima semana Ceuta afronta una
semana en la que conjugar el retorno laboral con la
permanencia festiva del sector Educación por aquello de la
Semana Blanca, lo que incide fundamentalmente en una más que
complicada conciliación familiar para aquellos que aún
tienen la suerte de mantener sus puestos de trabajo más allá
de los más de cuatro mil funcionarios de las distintas
administraciones a los que apenas les afecta crisis alguna
en relación a su estabilidad laboral.
Dicho esto, la vuelta a una relativa normalidad se inicia
desde hoy mismo en que las dos administraciones regresan a
su labor cotidiana al frente de esta casi recesión económica
conjugando la lealtad institucional, la colaboración, y las
buenas formas institucionales con el cada vez más cerca
combate electoral entre PSOE y PP por las Europeas de junio
–ahí a la vuelta de la esquina- en las que las intenciones
de voto por trabajos demoscópicos barruntan una victoria
popular.
Las nuevas caras ministeriales servirán, ahora –otra vez-
para iniciar labores de relaciones institucionales en las
que Ceuta, al menos, en esto de lo territorial tiene algo
ganado –eso se espera- por la condición de ceutí del nuevo
ministro, a la sazón, flamante vicepresidente del Gobierno,
Manuel Chaves.
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