LUNES. 6
Me cruzo con Abselam Abderraman Maate, nos paramos, y
nos ponemos a charlar. Es diputado de la Unión Demócrata
Ceutí. Y uno de los hombres fuertes del partido. Abselam
acompañaba a Mohamed Alí, y a la también diputada
Fatima Ahmed, cuando Alí reclamó mi atención al pasar
por delante de la terraza de una cafetería céntrica y ello
propició que yo le dijera que se estaba equivocando
gravemente al permitir que personas del PSPC pudieran
acceder a los consejos de administración de las sociedades
municipales. Y hoy volvemos a enfrascarnos en la misma
conversación. Aprovechándome de la amabilidad de Abselam,
por supuesto que sí. Y éste no tiene el menor inconveniente
en decirme que lo que está ocurriendo es como consecuencia
del trato despectivo que han venido recibiendo por parte del
Partido Popular. Cuyos miembros siguen desconfiando de la
UDCE. Por más que este partido tenga ya más que acreditado
que es aconfesional y español por los cuatro costados. En
fin, a mí me parece, tras haber oído al diputado, que entre
el PP y UDCE sólo existen problemas de desaires que pueden
solucionarse en un santiamén.
MARTES. 7
Con la consejera de Sanidad y Consumo, Adela Nieto,
suelo yo pararme a charlar cada vez que la veo en ese
trayecto que media entre el Ayuntamiento y el Hotel Tryp. Y
la verdad es que ello sucede con cierta frecuencia. La
consejera parece, a simple vista, mujer de cierta
fragilidad. Pero quien se deje llevar por las apariencias,
vaya chasco le aguarda. Adela Nieto es una señora con mucho
carácter que suele disimularlo con unas maneras que se
prestan a confusión. Algo que yo supe nada más serme
presentada. Hoy, mientras hablamos, le digo que no me
gustaría tenerla como enemiga. Y lo primero que hace es
reírse. Porque ella gusta de reír... Aunque inmediatamente,
entre bromas y veras, me da la razón. Me consta que Adela
sufrió de lo lindo hace ya su tiempo. Cuando fue perseguida
y maltratada por personas de un sindicato que hicieron todo
lo posible por dañar su imagen. Adela, sin duda, ante
aquella situación de acoso y derribo, se hizo más fuerte. A
mí, aunque a ustedes les interese poco mi parecer, la
consejera de Sanidad y Consumo me cae la mar de bien.
MIÉRCOLES. 8
Hacía una eternidad que ni hablaba con Antonio Cruces
ni tampoco sabía de él. De modo que me llevo una enorme
alegría cuando hoy lo hallo conversando con Miguel Ángel
Vallejo a pocos metros del restaurante La Pérgola. Y
tras darnos el abrazo correspondiente, pasamos al interior
del establecimiento para celebrar tan grata nueva. Antonio,
después de tantísimo tiempo sin pegar la hebra conmigo, me
pone al día de sus andanzas. Que no han sido pocas. Y pronto
me pregunta por lo que hago para conservarme tan bien,
teniendo setenta años. Le agradezco el cumplido, le pongo al
tanto de mis goteras, y le respondo que la receta para
conservarme lo mejor posible es no preocuparme por lo que
los demás piensen de mí. Lo cual no quiere decir que a veces
no me dé por zurrarles la badana a algunos de esos demás. A
partir de esa aclaración, Antonio me habla del nieto que
tiene cinco meses. Y que poco a poco le va haciendo perder
la chaveta. Y hacemos propósitos de vernos muy pronto para
comer. Con el único fin de desquitarnos del largo tiempo que
hemos pasado sin contarnos historias que nos ayuden a
superar nuestros alifafes. Que sea pronto.
JUEVES. 9
Coincido con Aurelio Puya en la cafetería del Hotel
Tryp y nos ponemos a charlar, después de haber estado muchos
años, muchísimos, saludándonos solamente cuando nos veíamos.
La conversación es amena y sincera. Ambos, que estamos ya
curados de espantos, recordamos situaciones y hechos que en
su momento parecían estar revestidos de suma gravedad.
Aurelio, para los que no lo saben y para los olvidadizos,
fue alcalde en 1985. Pero antes se las tuvo tiesas con
Francisco Fraiz y Manolo Peláez; Alcalde y
Delegado del Gobierno en una época tumultuosa de la vida
política de la ciudad. Mas lo que más nos interesa es el
presente. Y los dos estamos de acuerdo en que actualmente
hay alguien que está dispuesto a meter la pata todos los
días y fiestas de guardar. Y que ha perdido el oremus.
Aunque bien pronto dejamos esos comentarios para otra
ocasión y nos metemos a analizar la trayectoria de este
periódico. Y salen a relucir actuaciones que son las que
están ayudando a que ‘El Pueblo de Ceuta’ sea cada vez más
fuerte en todos los sentidos. Es un placer, sin duda, hablar
con Aurelio Puya.
VIERNES. 10
Leo unas declaraciones de Felipe Escane. Una más de
las varias que ha hecho en los últimos días. Y saco la
impresión de que si se le apretara un poco sería capaz de
decirnos que el cambio de entrenador no ha sido un deseo
suyo. Que el cambio ha sido obra de Antonio-García Gaona.
Pero el presidente de la Asociación Deportiva Ceuta aún se
resiste a dar ese paso. Que sería muy importante para saber
si por encima de lo que él decida está lo que imponga el
presidente de la Federación de Fútbol de Ceuta y a su vez
jefe en la sombra de los directivos del primer equipo local.
Y es que Escane se contradice a cada paso. Por ejemplo: dice
que no se arrepiente de haber cambiado al entrenador. Aunque
alega, inmediatamente, que “Pagó el pato la parte más
fácil”. Lo que traducido significa, si no me equivoco, que
optaron por echar a Benigno Sánchez para ver si
sonaba la flauta. Y, dado que la flauta no sonó, manifiesta
que el cambio de entrenador no les ha servido de nada.
Vamos, que ha sido un fiasco más grande que la catedral de
Burgos. Lo dicho por Escane, sin duda, ha servido para poner
en la picota a Carlos Orúe. Y éste, si no fuera
porque quiere cobrar todo lo estipulado en el contrato, no
tendría más remedio que salir de naja cuanto antes.
SÁBADO. 11
Comparto tertulia en sitio donde se come y se bebe muy bien.
Somos cuatro los que trabamos conversación. Y todos miramos
hacia atrás cuando se me ocurre decir que días antes estuve
charlando un rato con Aurelio Puya. Y salen a relucir
anécdotas de una época complicada de la política local. Y
uno de los contertulios que había disfrutado de un cargo en
un medio de la tierra, se pone a relatar la de veces que iba
al ayuntamiento a ver si eran firmadas las facturas de la
publicidad por el concejal que debía hacerlo. Y que Juan
Luis Aróstegui se las rompía en su cara. Una y otra vez.
Hasta que un día, no por arte de birlibirloque sino por
otras cuestiones bien diferentes, el hombre cambió de
opinión y a partir de ese momento no dudaba en firmar las
facturas con deleite. Semejante cambio hizo posible que
surgieran unas relaciones estupendas entre el concejal y el
empresario. Relaciones que fueron a más cuando ambos
compartieron cargos en el Ayuntamiento. Una amistad que ha
perdurado en el tiempo y que tiene como objetivo,
actualmente, hurgarle en los genitales a Juan Vivas
para causarle desazón. De ahí que uno haga de mosca cojonera
y el otro vaya diciendo que la culpa la tiene la señorita
Rottenmeier. La cual sigue sin enterarse de qué va la
cosa...
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