Una vez superado el ecuador de nuestra Semana Santa con la
realización de la Estación de Penitencia por parte de
Amargura y Flagelación, ayer le tocó el turno a un total de
tres hermandades, las cuales pusieron seis pasos en la
calle, y siendo la primera en procesionar la Cofradía
afincada en Hadú, ‘La Encrucijada’.
El paso avanzaba lento por el callejón Sousa Rodríguez
pasadas las seis de la tarde. Acababa de salir por un
lateral de la iglesia de San José. Cientos de vecinos
esperaban agolpados en las aceras y ventanas para contemplar
el tradicional encuentro entre el Cristo de la Encrucijada y
la Virgen de las Lágrimas en la barriada de Hadú. Los
turistas y los niños se preguntaban por los capuchones y los
setenta pares de pies que se adivinaban debajo de las
imágenes, que recorrían la barriada al ritmo de tambores y
cornetas.
Los de vecinos del barrio de Hadú y ceutíes en general
esperaban desde las cinco de la tarde para ‘coger’ un buen
sitio y ver de cerca las dos imágenes. Y escuchar el pregón,
que en esta edición corrió a cargo del párroco de Santa
Teresa y pregonero de la Semana Santa de 2007, el padre
David Gutiérrez, que realizó un discurso emotivo y cargado
de recuerdos propios y ajenos. El padre David hizo un
recorrido por los más de cincuenta años de salidas
procesionales de la Cofradía del Santísimo Cristo de la
Encrucijada y María Santísima de Las Lágrimas; por las
dificultades de los comienzos; y por las satisfacciones
posteriores. En definitiva una exaltación que volvió a
arrancar, como ya hiciera en su pregón de Semana Santa de
2007, los aplausos y las lágrimas de algunos de los
presentes. Aplausos y gritos de “guapa” para la Virgen,
cerraron el encuentro.
La imagen del crucificado, después de despedirse de la
barriada, siguió camino hacia la carrera oficial, escoltado
por miembros de la Benemérita; no en vano el Cristo de la
Encrucijada es el “Cristo de la Guardia Civil”.
El Cristo de la Encrucijada es la única imagen de la Semana
Santa tallada en Ceuta, a mediados del siglo pasado. Lo
hicieron las manos del escultor catalán Modesto Gené Roig,
que también esculpieron a la Virgen de las Lágrimas, aunque
esta imagen se realizó en Reus, ciudad natal de Gené. El
origen de la cofradía reside en un incidente protagonizado
por el padre Huelin que, después de organizar el Vía Crucis,
instó a los vecinos a pisar la talla del Cristo; estos
salieron a la calle y se postraron arrepentidos.
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