De lo que más se habla en la
ciudad es de la Semana Santa y de los problemas de la
Asociación Deportiva Ceuta. Así que voy a referirme al
primer equipo local, aprovechando que las circunstancias me
lo permiten. Y con el único objetivo de que los directivos y
técnicos sepan que, ante situaciones complicadas, es
necesario no decir muchas majaderías. Para no envenenar aún
más el ambiente.
Los entrenadores, cuando están en el paro, bien por decisión
propia o porque no hayan tenido ofrecimientos o los que
tuvieron no fueron los más adecuados para sus intereses,
suelen ver muchos partidos de fútbol. Y, sobre todo, suelen
ver jugar a los equipos que ellos creen que podrían requerir
sus servicios en un momento determinado de la temporada.
Por lo tanto, sería absurdo pensar en que Carlos Orúe
no haya visto ningún partido de la Asociación Deportiva,
durante el tiempo en que ha estado sin entrenar. Me imagino
que habrán sido varios. A los que habrá que sumarles la
cantidad de vídeos que obrarán en su poder -ver vídeos es su
pasión-, y habrá tenido la oportunidad de analizar
minuciosamente todo lo concerniente al conjunto que
entrenaba Benigno Sánchez.
Tampoco, dado sus muchos años como entrenador en esta
categoría, al jerezano puede negársele el enorme
conocimiento que tiene de casi todos los jugadores del grupo
IV y, por supuesto, de los componentes de la plantilla de la
Asociación Deportiva Ceuta. Por causas obvias.
Y, ahondando en el asunto, no sería descabellado creer que
sus buenas relaciones con algunos directivos y ex jugadores
metidos a técnicos, le hubieran permitido tener cada dos por
tres una información exhaustiva de cómo iban funcionando las
cosas en un club cuyo presupuesto es de los que obligan a
estar metido entre los cuatro primeros de la clasificación o
pugnando con aspiraciones de conseguirlo hasta el último
suspiro.
Pero hay más... Cuando un entrenador es llamado para
sustituir a otro compañero, lo normal es que sea porque las
aspiraciones del club no se están cumpliendo. Ya porque no
se está luchando por el ascenso, o por la clasificación que
otorga esa posibilidad; ya porque el equipo se halle situado
en la zona de descenso. Más difícil es que la sustitución se
produzca porque el carácter del técnico destituido no sea
del agrado de los directivos. Aunque suele ocurrir.
Los entrenadores que llegan para apagar el fuego del
descontento general que reina en un club, por lo antedicho,
han de acudir a la cita con más moral que la que se le sigue
atribuyendo al Alcoyano. Y esa moral es la que hace posible
que los jugadores reaccionen en un santiamén y haya dado
vida al tópico: a entrenador nuevo, victoria segura. Lo
cual, desgraciadamente, no se ha producido aquí.
Y me gustaría saber, al margen de todo lo reseñado, es si
Orúe, cuando fue llamado por los directivos, no tuvo ese
arranque que suelen tener los entrenadores ante tareas de
tal índole: “Seguro que con esta plantilla ocuparemos el
lugar que nos corresponde. O bien estaremos muy cerca de ese
logro”. Pues los directivos y los aficionados también están
necesitados de palabras alentadoras. Por todo ello, las
declaraciones de Felipe Escane y de Orúe parecen que
están hechas para tontos. Y no es eso. Y no es eso...
|