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La clase política ceutí, desde el
Gobierno que preside Juan Vivas y el partido político que lo
respalda, el PP, hasta la oposición, mostró ayer su
confianza en que la vuelta al Gobierno de España de Manuel
Chaves, que ya estuvo en él como ministro de Trabajo en los
años ochenta, sirva no sólo para reactivar la economía,
objetivo que parece primordial en la remodelación impulsada
por Zapatero, sino también para engrasar aún más las
relaciones entre la Ciudad Autónoma y la Administración
General del Estado, que pese a contar con diferente color
político no pueden ni mucho menos calificarse de malas. Así
lo dijo ayer el presidente Vivas, pero también el líder de
la oposición en la Asamblea, Mohamed Ali, y el secretario
general de los socialistas ceutíes, José Antonio Carracao,
que no escondieron su confianza en que el hecho de que el ya
ex presidente de la Junta de Andalucía sea ceutí de
nacimiento suponga un incentivo más para aportar un granito
extra de sensibilidad hacia este pedazo de España al otro
lado del Estrecho de Gibraltar en el Ejecutivo que lidera
José Luis Rodríguez Zapatero. Lo de la predilección de un
gobernante por su terruño no deja de ser una verdad a medias
que casi todos suelen confirmar en el desempeño de sus
funciones. A Madrid se le pusieron los pelos de punta cuando
vio que Obama, oriundo de Chicago, su rival en la carrera
por albergar los Juegos Olímpicos de 2016, era elegido
presidente de los Estados Unidos. En León también se conoce
muy de cerca la labor que ha hecho Zapatero por el
desarrollo de la Ciudad, adonde ha llevado importantes
infraestructuras (no sólo por su presupuesto o capacidad de
generar puestos de trabajo, sino sobre todo por su carácter
innovador y de futuro) tanto en el ámbito del arte como de
Tráfico o las Nuevas Tecnologías. Chaves siempre ha
presumido de ser ceutí y ha dado muestras de sobra de su
cariño por Ceuta en cualquier responsabilidad que ha
desempeñado. Por ello, sin esperar ni pedir milagros, debe
ser un motivo de orgullo que un ceutí asuma la tarea de
dirigir la Política Territorial de un país como este.
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OPINIÓN / EDITORIAL
