El tradicional “Encuentro” que realiza cada año la Fervorosa
Cofradía de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Nazareno y
Sacratísima Virgen de la Esperanza seguramente habrá sido
uno de los momentos más bonitos y brillantes de la Semana
Santa del 2009. Según fuentes de la Policía Local, más de
siete mil devotos presenciaron este ‘Encuentro’.
Cada año que pasa el ‘Encuentro’ entre Jesús Nazareno y la
Virgen de la Esperanza congrega un mayor número de personas.
Los ciclos anuales renuevan la fuerza del pueblo ceutí para
convertir esa noche, la del encuentro en única y, gracias a
Dios, en repetible. Se derraman lágrimas y aplausos, miradas
y flashes de cámaras ajenas o propias. Son centenares las
máquinas que van inmortalizando cada uno de los suspiros de
La Legión, Jesús o María; cada movimiento, cada paso y cada
mecido.
Después de un día sin procesiones por la plaza de África,
después de un silencio doliente en el traslado del
Medinaceli y de su Madre por las calles del Príncipe, ayer
hacía aparición el ‘Encuentro’ más espectacular y patriótico
de toda la Semana Mayor española. Es imposible vivir en otro
lugar una mezcla de sabores religiosos y militares tan
compatibles, tan al gusto del paladar, de los ojos, el oído
y el tacto. Algo que al amante de la Semana Mayor le incita
a llegarse a Ceuta cada Martes Santo.
Pasos muy cortos, elegantes con la Señora, acompasado ritmo
de paso del Nazareno con la pesada Cruz a cuestas reviraba
de izquierdas por la Plaza de Africa en tanto que la
Esperanza guapa, afligida de dolor, medio extendía sus
brazos con las manos buscando cobijarle.
La Esperanza salió por González Tablas y giró hacia Plaza de
Africa tras oler directamente el mar desde la confluencia
con Paseo de las Palmeras. El Encuentro se produjo, puntual,
a las 21’15 horas. Un gentío espectacular esperaba en los
mejores sitios, aguardaba el momento del acercamiento de los
pasos, hasta rozar sus maniquetas. Los costaleros, sin
dolor, a golpe de trabajadera lograban la magia ayudados por
una masa que ovacionaba la impresionante chicotá del
Encuentro.
Unidos, pegados los pasos, los respiraderos transmitían el
esfuerzo de los de abajo. El Nazareno y la Esperanza, frente
a frente. El cornetín de órdenes del Tercio toca las notas
mágicas. Dispuestos. Los costaleros ya saben lo que tienen
que hacer.
Lástima del tiempo, que desangró la continuidad del
‘Encuentro’ en apenas 10 minutos. Tantas horas de espera
para tanta satisfacción comprimida en menos de un cuarto de
hora. Un acercamiento entre los pasos, una levantá al
unísono, un abrazo entre capataces y un intercambio de
“vivas” en la oscuridad, en el interior de los trancaniles
de los pasos. “Vivas tú, mi Nazareno”, “viva tú Virgen de la
Esperanza”. De fondo el tambor, encendiendo la música con
los palillos, pegando en la madera del tambor y fraguando el
ambiente a encuentro en las postrimerías del mismo. La
emoción recorre el cuerpo de todas y cada una de las miles
de personas que coincidieron en el momento más apasionado de
esta Semana Santa, aparece un nudo en la garganta, mientras
se intenta cantar la letra de un Novio de la Muerte sentido,
propio, nuestro. La Asociación Cultural Banda de Ceuta
marcando una perfecta sincronización con la de tambores y
cornetas del Tercio, lograron un realce magnífico a tan
espectacular momento. El Nazareno (izquierda ‘alante’,
derecha atrás) giraba sin prisas, pero sin pausas, mientras
una eternidad de acordes marciales marcaban el paso.
Finalmente, bajo la mirada de Juan Vivas, presidente de la
Ciudad, el comandante general, Enrique Vidal de Loño, el
delegado del Gobierno, José Fernández Chacón, y el
presidente del Consejo de Hermandades, Juan Carlos Aznar,
que se encontraban en el mismo balcón desde donde saludó el
Rey, Jesús Nazareno se dio la vuelta para despedir a su
madre y hacer la carrera oficial.
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