El Gobierno de la Ciudad Autónoma
de Ceuta ha vuelto a atacar uno de los grandes males de
antiguo que definia una vieja forma de hacer en la
administración con criterios poco definidos... las horas
extras funcionariales. Si bien deben estar reguladas por
Ley, con lo de las horas extraordinarias ha habido uso, pero
también abuso. Las circunstancias económicas y una previsión
a la corta de lo que realmente se ha venido empleando en los
últimos tiempos ha obligado al Gobierno de la Ciudad a
zanjar la situación en base a un estudio pormenorizado de
las necesidades a cubrir y a un análisis profundo de la
racionalización de la labor que ha de ser extraordinaria en
función de la prestación del servicio público que se
ofrezca. Es evidente que pocas cortapisas han de haber para
las horas extras de bomberos o de policías, pero sí puede
racionalizarse a la perfección los demás servicios que
ofrece el Ayuntamiento o la Ciudad Autónoma. Sabiendo que
cada año se producen eventos que cumplen su función social,
parece evidente que se estudie la posibilidad de que esas
actividades anuales (Premio Convivencia, Feria, Semana
Santa, Navidad...) queden perfectamente incardinadas en los
horarios habituales de trabajo buscando fórmulas
alternativas que no supongan un coste extraordinario a todos
los ceutíes quienes son, al fin y a la postre, los que
pagamos la hemorragia de horas extraordinarias. No es bueno
que la sociedad no funcionarial, la que paga impuestos
mientras se busca la vida para afrontar su hipoteca a fin de
mes, conozca que por una mala planificación o por un abuso
de horas, algunos obtengan unos ingresos extraordinarios que
en ocasiones supone más de la mitad de los ingresos anuales.
Del mismo modo, que la horas laborales reconocidas deben
servir para sacar provecho del trabajo en el mundo de lo
privado, más aún habría que exigirse (productividad) a
quienes no se enfrentan al fantasma de la precariedad como
consecuencia de la crisis, ni se encuentran en el
disparadero entre producción o paro.
|