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OPINIÓN - LUNES, 6 DE ABRIL DE 2009

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Decenas de miles de horas extra

El Gobierno de la Ciudad Autónoma de Ceuta ha vuelto a atacar uno de los grandes males de antiguo que definia una vieja forma de hacer en la administración con criterios poco definidos... las horas extras funcionariales. Si bien deben estar reguladas por Ley, con lo de las horas extraordinarias ha habido uso, pero también abuso. Las circunstancias económicas y una previsión a la corta de lo que realmente se ha venido empleando en los últimos tiempos ha obligado al Gobierno de la Ciudad a zanjar la situación en base a un estudio pormenorizado de las necesidades a cubrir y a un análisis profundo de la racionalización de la labor que ha de ser extraordinaria en función de la prestación del servicio público que se ofrezca. Es evidente que pocas cortapisas han de haber para las horas extras de bomberos o de policías, pero sí puede racionalizarse a la perfección los demás servicios que ofrece el Ayuntamiento o la Ciudad Autónoma. Sabiendo que cada año se producen eventos que cumplen su función social, parece evidente que se estudie la posibilidad de que esas actividades anuales (Premio Convivencia, Feria, Semana Santa, Navidad...) queden perfectamente incardinadas en los horarios habituales de trabajo buscando fórmulas alternativas que no supongan un coste extraordinario a todos los ceutíes quienes son, al fin y a la postre, los que pagamos la hemorragia de horas extraordinarias. No es bueno que la sociedad no funcionarial, la que paga impuestos mientras se busca la vida para afrontar su hipoteca a fin de mes, conozca que por una mala planificación o por un abuso de horas, algunos obtengan unos ingresos extraordinarios que en ocasiones supone más de la mitad de los ingresos anuales. Del mismo modo, que la horas laborales reconocidas deben servir para sacar provecho del trabajo en el mundo de lo privado, más aún habría que exigirse (productividad) a quienes no se enfrentan al fantasma de la precariedad como consecuencia de la crisis, ni se encuentran en el disparadero entre producción o paro.
 

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