El obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, que está en
nuestra ciudad desde el pasado viernes ofició ayer la Misa
de Bendición de Palmas y Olivos donde nuevamente cientos de
ceutíes se dieron cita para iniciar así la celebración de
esta Semana Santa. Primero fue en el Santuario de Nuestra
Señora de África y posteriormente, un amplio cortejo se
dirigió hasta la Santa Iglesia Catedral donde finalmente se
ofició la Solemne Misa. Este acto fue precisamente el
preludio de la llegada de la Semana Santa y con ella de la
primera de las hermandades procesionando por las calles de
nuestra ciudad.
El Santuario de Nuestra Señora de África congregó ayer a
cientos de ceutíes que se agolpaban ante su puerta principal
para que el obispo de Cádiz y Ceuta, Antonio Ceballos
Atienza, bendijera sus palmas y olivos.
Este acto religioso, que contó con la presencia de
sacerdotes y diáconos de nuestra ciudad, dió comienzo
alrededor de las doce y media de la mañana.
Pese al mal tiempo reinante en nuestra ciudad durante todo
el día de ayer, la población de Ceuta, deseosa de iniciar la
Semana Santa y de participar de la misma, acudió a la
bendición de las palmas para dar la bienvenida a Jesús, tal
y como hicieran en Jerusalén a la entrada de Jesús mientras
la muchedumbre gritaba “Hosanna al hijo de David; bendito es
el que viene en nombre del Señor. Hosanna en las alturas.
Bendito sea el reino que desciende del cielo”.
Una vez bendecidas las palmas y los olivos, los asistentes
al acto religioso siguieron al cortejo compuesto por
sacerdotes y diáconos de nuestra ciudad y el cual presidió
el obispo de Cádiz y Ceuta, Antonio Ceballos Atienza. Este
cortejo partió desde el Santuario de Nuestra Señora de
África y procesionó por el interior de la Plaza de África
hasta llegar a la Santa Iglesia Catedral, la cual abrió sus
puertas principales, la puerta de San Pedro, para que fuera
oficiada una Misa concelebrada por parte del obispo de Cádiz
y Ceuta.
Con un Templo Catedralicio repleto de fieles, dió comienzo
la Solemne Misa donde los sacerdotes leyeron e interpretaron
la pasión de Cristo, para posteriormente dar paso a la
homilía, donde el obispo de Cádiz y Ceuta animó a los fieles
presentes a vivir esta Semana Santa intentando encontrarnos
con Jesús, destacando que nos disponemos a conmemorar y
celebrar en esta Semana Santa el Misterio de la Pascua del
Señor, de su paso de la muerte a la vida, de aquello que
constituye el núcleo central de nuestra fe y el fundamento
de nuestra esperanza cristiana. Las siguientes palabras
desean ayudar a iniciar esta reflexión al comienzo de esta
Semana Santa de 2009.
Misa Crismal
Como es tradicional, hoy por la tarde noche a partir de las
20 horas, la Santa Iglesia Catedral acogerá la celebración
de la Misa Crismal, donde el obispo de Cádiz y Ceuta,
Antonio Ceballos Atienza celebrará con todos los presbíteros
de la diócesis y los cientos de fieles que se den cita en el
Templo Catedralicio dicha Misa.
En este sentido hay que comentar que la Misa Crismal es una
de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal
del obispo y como signo de la unión estrecha de los
presbíteros con él. En ella el obispo consagrará el Santo
Crisma, bendiciendo posteriormente los óleos de los
catecúmenos y de los enfermos.
El Santo Crisma, es decir el óleo perfumado que representa
al mismo Espíritu Santo, nos es dado junto con sus carismas
el día de nuestro bautizo y de nuestra confirmación y en la
ordenación de los diáconos, sacerdotes y obispos.
La palabra crisma proviene de latín: chrisma, que significa
unción. Así se llama ahora al aceite y bálsamo mezclados que
el obispo consagra para ungir a los nuevos bautizados y
signar a los confirmados. También son ungidos los obispos y
los sacerdotes en el día de su ordenación sacramental.
La liturgia cristiana ha aceptado el uso del Antiguo
Testamento, en el que eran ungidos con el óleo de la
consagración, los reyes, sacerdotes y profetas, ya que ellos
prefiguraban a Cristo, cuyo nombre significa “el ungido del
Señor”. El crisma se hace con aceite y aromas o materia
olorosa para significar “el buen olor de Cristo” que deben
despedir los bautizados.
Con el óleo de los catecúmenos se extiende el efecto de los
exorcismos, pues los bautizados se vigorizan, reciben la
fuerza divina del Espíritu Santo, para que puedan renunciar
al mal, antes de que renazcan de la fuente de la vida en el
bautizo.
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